Mtro. Amilcar
Paris Mandoki*
Cambios históricos
El fin del feudalismo en Europa fue un hito histórico precedido y
facilitado por una serie de avances tecnológicos que transformaron a la
sociedad y a la economía de formas fundamentales.
El desarrollo de la brújula seca, herramientas de navegación y nuevas
técnicas de carpintería abrieron el camino para la exploración marítima a larga
distancia mediante la carabela. Esto no solo permitió a las potencias europeas
extenderse a territorios para ellos desconocidos, sino que también facilitó el
comercio y el intercambio cultural a una escala sin precedentes.
La adopción europea de la imprenta de tipo móvil, que se había
desarrollado previamente en China, revolucionó la distribución del
conocimiento. Por primera vez, los libros y otros materiales impresos se
volvieron accesibles a grupos más amplios que pudieron aplicar, transmitir y
desarrollar conocimientos más rápido que nunca antes en la historia.
Además, las nuevas técnicas y cultivos que adoptaron los europeos de la
revolución agrícola árabe permitieron un aumento en la producción de alimentos,
lo que a su vez permitió un aumento en la población y el crecimiento de las
ciudades.
Estos cambios aumentaron enormemente la actividad económica y los bienes
disponibles. Se producía más comida, más vestimenta, y había más acceso a
educación. Sin embargo, estos cambios también llevaron a dolorosas
transformaciones sociales que sentaron las bases para el actual modo de
producción. En el capítulo 24 del capital, Karl Marx describe a este proceso
como la acumulación originaria del capital.[1]
El filósofo y economista describe el proceso de creación de la masa de
proletarios libres y desheredados que estuvieron obligados a vender su fuerza
de trabajo a los capitalistas agrícolas y manufactureros y, más tarde, a los
capitalistas industriales. Estos proletarios surgieron a partir de haber sido
campesinos despojados de sus tierras y medios de producción por los grandes
terratenientes, que transformaron las tierras de cultivo en pastos para ovejas
y se apropiaron de los bienes comunales.
Estados como el inglés, del lado de los más ricos, en lugar de buscar
atender a las poblaciones desplazadas, decidieron disciplinar a los nuevos
trabajadores de tal modo que se presentaran como mano de obra al mando de los
emergentes capitalistas. Fijaron salarios máximos y promulgaron leyes
draconianas que castigaban a vagabundos, a mendigos y a quienes exigieran
mejores condiciones de trabajo.
El surgimiento del capitalismo agrario despojó a los pequeños
productores de sus medios de vida y de trabajo, convirtiéndolos en obreros
asalariados y en consumidores de mercancías producidas por las manufacturas. Al
mismo tiempo, la usurpación de las tierras comunales y la introducción de la
maquinaria destruyeron las industrias domésticas rurales, que proveían de
materias primas y medios de vida a las familias campesinas. Estos procesos
crearon las condiciones para el surgimiento de un nuevo modo de satisfacción de
necesidades materiales para la mayoría: el mercado interno del capital
manufacturero.
Nuevas tecnologías
Hoy en día, estamos viviendo una nueva era de cambios tecnológicos, y
éstos ya están transformando todos los aspectos de nuestra vida.
Las redes neuronales artificiales y el aprendizaje profundo están
revolucionando la forma en que las máquinas aprenden y procesan la información,
permitiendo avances significativos en áreas como el reconocimiento de voz, la
visión por computadora y el procesamiento del lenguaje natural.
La inteligencia artificial generativa está creando nuevas formas de arte
y diseño, permitiendo a las máquinas generar imágenes, música y texto que antes
solo podían ser creados por humanos.
Las telecomunicaciones más veloces, están permitiendo una conectividad
global más rápida y confiable, lo que a su vez está impulsando el crecimiento
de nuevas tecnologías de entretenimiento y nuevas maneras de organizar al
trabajo. Las baterías con más capacidad y motores eléctricos más potentes están
permitiendo el auge de los vehículos eléctricos y las energías renovables.
CRISPR, una tecnología de edición de genes, está revolucionando a la biología y
a la medicina, permitiendo la modificación precisa del ADN y abriendo la puerta
a posibles curas para una serie de enfermedades genéticas. La fabricación por
adición, también conocida como impresión 3D, está cambiando la forma en que se
fabrican los productos, permitiendo la producción de piezas personalizadas y
complejas con una eficiencia y flexibilidad sin precedentes.
Finalmente, la neurotecnología está proporcionando nuevas formas de
entender, interactuar y tratar el cerebro, con implicaciones potenciales en
áreas como la medicina, la psicología y la informática.
Esta última tecnología consiste en una amalgama de disciplinas que se
encuentran en el estudio y manipulación del sistema nervioso, y tienen diversos
usos. Uno de ellos se representa por las tecnologías de Diagnóstico y Monitoreo
que permiten visualizar y monitorear la actividad cerebral en tiempo real, y se
usan actualmente para diagnóstico y seguimiento de enfermedades neurológicas.
Por otro lado, tenemos técnicas que no solo observan, sino también
intervienen en el comportamiento neuronal. Técnicas como la neurocirugía y la
neuroterapia se centran en el tratamiento y la rehabilitación de trastornos
neurológicos, otras como la neuromodulación manipulan los nervios y las
neuronas mediante la generación de estímulos artificiales.
Algunas de estas tecnologías se aplican al campo de evaluación y mejora
cognitiva; con herramientas como el neurofeedback que están diseñadas para
alterar el desarrollo cognitivo, la cognición social y las capacidades
vocacionales.
Neurotecnología y la búsqueda de ganancia
Estas revoluciones tecnológicas sin duda llevarán a cambios sociales de
magnitudes a escalas similares a aquellas que fueron observadas en la
transición del feudalismo al capitalismo.
En este contexto, el conocimiento de la historia y la economía manifiestan
su importancia. Estas disciplinas pueden ser herramientas para anticipar cómo
las tecnologías pueden alterar las relaciones de producción y, por ende, las
relaciones sociales. Al entender estos cambios desde una perspectiva
materialista histórica, podemos prepararnos para los desafíos sociales y
económicos que puedan surgir; cambios como la desigualdad económica, la
explotación o la enajenación.
Para lograr esto y anticiparnos al uso de las neurotecnologías en el
sistema económico actual hay que partir del principio fundamental de éste: la
generación de ganancia. En este contexto, las neurotecnologías se incorporarán
como herramientas para aumentar la productividad y la eficiencia, serán vistas
como inversiones potencialmente lucrativas.
Sin duda pueden ser usadas para la mejora de las condiciones de vida de
todos, pero mientras su producción y despliegue esté condicionado por el actual
modo de producción, sus usos servirán primero a la ganancia y no siempre serán
éticos ni acorde a principios de derechos humanos.
Permítanme presentar esta posible distopía de un futuro distópico
neurotecnológico.
Comencemos en las áreas de recursos humanos donde las neurotecnologías
se usarían para monitorear o manipular la actividad cerebral de los empleados. Para
aumentar la disciplina se usarían para asegurar que los empleados cumplan con
las regulaciones de la empresa o del país. Para mejorar el rendimiento,
productividad o seguridad de los empleados, se suprimirían o mejorarían las
habilidades cognitivas, emocionales o físicas.
Para hacerlos más receptivos o resistentes a los cambios en las
organizaciones, se influenciarían sus actitudes, creencias y preferencias. Para
ajustar su compensación y beneficios de tal modo que se optimice su lealtad y
satisfacción, las neurotecnologías alterarán los estados emocionales o
evaluarán los incentivos óptimos. Para elegir a los candidatos que darán los
mejores rendimientos, se usarían datos cerebrales o neuronales, excluyendo y
marginando a grupos neuro diversos. Para evitar la salida de empleados
valiosos, se manipularán sus funciones neuronales y emocionales para generar un
falso sentimiento de comodidad o lealtad. Incluso se podría manipular a los
empleados para que trabajen “voluntariamente” más allá de la ya excesiva
jornada laboral de 48 horas a la semana.
Pero no solo aumentaría la explotación laboral, también modificaría el
servicio al cliente. Las empresas buscarán influir en las preferencias,
decisiones y comportamientos de los clientes mediante el monitoreo y manipulación
de su actividad cerebral y emociones. Para que los agentes de servicio al
cliente respondan de modo más rápido y eficiente, las neurotecnologías
aumentarían o disminuirían ciertas habilidades cognitivas como la empatía
dependiendo de las necesidades de negocio.
Las empresas buscarían ofrecer productos y servicios personalizados y
adaptados, para lo cual no temerán en acceder y analizar nuestros datos
cerebrales para obtener preferencias, necesidades, deseos y valores. Incluso,
induciendo emociones positivas o creando falsos recuerdos, podrían engañarnos y
coaccionarnos para que aceptemos soluciones subóptimas, defectuosas o
perjudiciales.
Estos desarrollos conllevan una serie de problemas significativos. Entre
ellos se incluyen la violación de la privacidad mental, que pone en riesgo la
autonomía y la dignidad de los individuos; la posibilidad de prácticas
comerciales injustas y engañosas; los potenciales efectos secundarios
perjudiciales para la salud o el bienestar de los usuarios; las implicaciones
para la identidad y la autenticidad de los individuos; y finalmente, la
explotación y la coerción que surgen en situaciones de desequilibrio de poder.
En los manuscritos de 1844[2] Karl Marx
observaba cómo el modo de producción capitalista abstraía el trabajo. Es decir
que participamos en este sistema económico como trabajadores cada vez más
homogéneos, cada vez más estandarizados. Las empresas que nos contratan no
buscan en nosotros nuestras particularidades culturales, físicas o mentales,
sólo quieren a un obrero o a un oficinista completamente estándar.
Aunque la educación puede ser una herramienta para desatar todas
nuestras potencialidades, suele más frecuentemente ser un sistema para producir
obreros y oficinistas con las mismas capacidades y preparaciones que las
empresas están esperando incorporar a la producción. En una oficina se espera
que los empleados respeten y obedezcan a sus superiores sin cuestionar, también
es de suma importancia la habilidad para realizar tareas repetitivas durante
horas y bajo procedimientos arbitrarios.
Pero esto trasciende al mero ámbito laboral. Las cualidades que se
valoran en un buen oficinista se convierten en valores en nuestra sociedad. Así
la incapacidad, o falta de interés para ajustarse estos patrones de
comportamiento se termina patologizando en términos como Déficit de Atención e
Hiperactividad.
Ante esto, la neurotecnología podría presentarse como una falsa
solución, si tus neuronas no tienen la configuración ideal para el actual modo
de producción, la solución podría ser estímulos neuronales, medicamentos, o
intervenciones para convertirte en el empleado perfecto. Con la tecnología
surgiría la presión para suprimir
Neuroderechos
Ante la amenaza futura y presente de estas tecnologías surge la propuesta
de los neuroderechos. Éstos se proponen como derechos humanos específicos que
buscan proteger la dimensión mental de las personas frente a los posibles
riesgos o abusos de la neurociencia y la neurotecnología. Se basan en el
reconocimiento de que el cerebro es el sustrato de la identidad, la libertad y
la dignidad humanas, y que cualquier intervención sobre el cerebro puede
afectar estos valores fundamentales.
Marcelo Ienca y Roberto Andorno[3] proponen la
creación de cuatro de esos derechos: Derecho a la libertad cognitiva, a la
privacidad mental, a la integridad mental y a la continuidad psicológica.
La libertad cognitiva es el derecho de las personas a controlar, sin
interferencias o manipulaciones externas, su propia actividad mental y a elegir
libremente sus estados mentales. Puede proteger a las personas de empresas que
busquen alterar sus estados mentales como una herramienta de eficiencia laboral
o como una estrategia de manejo de clientes.
Por otro lado, la privacidad mental es el derecho de las personas a
proteger la información contenida en sus cerebros de ser accedida, recolectada,
compartida o manipulada por terceros sin su consentimiento informado. Este
derecho implica también la capacidad de mantener en secreto sus pensamientos, opiniones,
creencias y recuerdos, y a no ser obligados a revelarlos o a someterse a
técnicas de neuroimágenes o neuroestimulación. Protegería a las personas ante
intentos de empresas de usar información privada, recuerdos, gustos y
preferencias como herramienta de reclutamiento o como información de marketing.
El derecho a la integridad mental busca proteger la estructura y el
funcionamiento de los cerebros de las personas ante daños o alteraciones
causados por agentes externos, ya sean físicos, químicos o tecnológicos.
Implica también el derecho a no ser sometidos a intervenciones
neurotecnológicas que puedan afectar negativamente su identidad, personalidad,
autonomía o bienestar. Protegería a los empleados ante presiones de someterse a
intervenciones solicitadas por las empresas para usar la neurotecnología para
regular y supervisar su desempeño.
Finalmente, el derecho a la continuidad psicológica es el derecho de las
personas a mantener la continuidad de su identidad y de su sentido de sí mismos
a lo largo del tiempo frente a los posibles cambios inducidos por las
neurotecnologías. Implica también el derecho a ser reconocidos y tratados como
la misma persona, independientemente de las modificaciones que puedan
experimentar en sus capacidades o características mentales.
Estos derechos son una propuesta que busca ser sometida a una extensa
discusión. Son concebidos para un futuro que apenas se vislumbra, más no para
una amenaza que se siente presente y que requiera acción inmediata. Sin
embargo, una mirada más cercana a la actualidad revela que algunas de estas
protecciones ya son necesarias.
Mientras que la libertad cognitiva se concibe como una protección ante
el abuso de tecnologías como la neuromodulación o el neurofeedback, los estados
mentales y emocionales ya son susceptibles a interferencias con las tecnologías
actuales. En 2014 Facebook publicó experimentos que había realizado sin el
consentimiento de sus usuarios en los que filtraban los contenidos que
presentaban usuarios específicos para que fueran más positivos o negativos,
observando que esa manipulación tenía efectos sobre el comportamiento y las
publicaciones que tenían las personas.
Por otro lado, la antropóloga Natasha Dow Schüll[4] reveló la
conexión entre las máquinas tragamonedas y las redes sociales al mostrar cómo
ambas usan técnicas similares como recompensas variables, validación social,
aversión a la pérdida y bucles de retroalimentación. Esto con el objetivo de
generar en nuestros cerebros una necesidad artificial para su uso, es decir, de
volverlas adictivas.
Además, la tecnología actual también puede violar el derecho a la
privacidad mental. Investigadores del MIT han diseñado un modelo computacional
capaz de predecir las emociones de otras personas basándose en sus deseos,
expectativas y si sus acciones son observadas.[5] El modelo
incorpora factores clave que el cerebro humano también usa para predecir las
emociones de los demás, como los deseos, las expectativas y la observación
social. Esto implica que la tecnología podría anticiparse a las reacciones
emocionales de las personas y manipularlas o influir en ellas de manera
indebida, vulnerando así su privacidad mental.
¿Es necesario esperar al reconocimiento de los neuroderechos para
comenzar a hacer algo al respecto? Aunque un tratado internacional o una
declaración de la ONU serían de mucha utilidad, por ejemplo, para dar sustento
jurídico a acciones que avancen en la protección de los neuroderechos, no
tenemos por qué quedarnos de brazos cruzados por la ausencia de estos instrumentos.
La Declaración Universal de Derechos Humanos puede proporcionar un
sólido fundamento jurídico para los neuroderechos.[6] El Artículo 18,
que garantiza la libertad de pensamiento y de conciencia, puede interpretarse
como el derecho a controlar la propia actividad mental y a elegir libremente
los estados mentales y ser la base para el derecho a la libertad cognitiva. El
Artículo 12, que protege a las personas contra injerencias arbitrarias en su
vida privada, puede interpretarse para incluir la protección de la información
contenida en nuestros cerebros y sustentar el derecho a la privacidad mental.
El Artículo 3, que garantiza el derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad de la persona, debe entenderse también como el derecho a preservar la
estructura y el funcionamiento de nuestros cerebros de daños o alteraciones.
Finalmente, el Artículo 6, que reconoce el derecho de todo ser humano al
reconocimiento de su personalidad jurídica, puede sustentar y robustecer el
derecho a la continuidad psicológica.
El enfoque basado en derechos humanos
Interpretar los neuroderechos como una extensión de los derechos humanos
ya reconocidos en el corpus iuris internacional abre la posibilidad de aplicar
el enforque basado en derechos humanos[7] para promover
políticas públicas que garanticen esta dimensión del bienestar y dignidad de
las y los mexicanos. Este enfoque se basa en las categorías conceptuales de
Recepción del derecho, contexto financiero y capacidades estatales. Además,
incluye los ejes transversales de igualdad y no discriminación, acceso a la
información y participación pública, así como acceso a la justicia.
La recepción del derecho nos ayuda a ver que para que los neuroderechos
sean una realidad, deben ser reconocidos en la constitución, así como estar
incorporados en las leyes, y en las sentencias judiciales.
Un buen primer paso en esta dimensión es la propuesta de reforma
constitucional, impulsada por la comisión de ciencia, tecnología e innovación
de la cámara de diputados, la cual contempla el derecho a la integridad mental,
así como la prohibición de intervenciones neuronales sin nuestro
consentimiento.
También nos muestra que deben existir mecanismos e instituciones que los
garanticen y promuevan y que es necesario incorporar en los planes nacionales y
en los programas de política pública, objetivos y metas necesarios para la
protección de estos derechos.
El contexto financiero y compromiso presupuestario valora la
disponibilidad efectiva de recursos financieros del Estado para el gasto
público social, así como sus compromisos presupuestarios para los derechos. Nos
hace ver que para garantizar los neuroderechos será necesario asignar
suficiente presupuesto a los programas e instituciones y establecer compromisos
legales para asegurar presupuesto futuro.
Desde las capacidades estatales se nos invita a valorar los aspectos
instrumentales y de disponibilidad de recursos al interior del aparato estatal
para la atención de los neuroderechos. Nos llama a revisar si las instituciones
que los garantizan son suficientemente robustas, si tienen el personal
necesario y si están a la altura de las demandas por parte de la ciudadanía.
El eje transversal de igualdad y no discriminación nos hace ver que las
vulneraciones de los neuroderechos pueden ser interseccionales a otras
vulneraciones. Los distintos grupos de edad tienen relaciones muy diferentes
con las tecnologías y éstas los pueden vulnerar de distinta manera. El uso
empresarial de las neurotecnologías puede aprovecharse de grupos ya vulnerados
para generar presiones que los lleven a acceder al uso de su información
neuronal.
El acceso a la información y la participación pública son ambos
cruciales respecto a los neuroderechos. Muestran la necesidad de regulación del
estado en el manejo de información tan íntima como nuestros estados mentales.
También exigen que se nos informe de una manera que nos quede claro hasta dónde
llega ese manejo; pues no podemos limitar el consentimiento libre e informado a
un simple botón de aceptar términos y condiciones.
Finalmente es importante el acceso a la justicia. En caso de que
empresas, particulares o incluso el estado viole nuestros neuroderechos, es
crucial que tengamos mecanismos de reclamo y protección tanto judiciales como
administrativos. Es importante además que los servidores públicos que
participan en esos mecanismos estén capacitados para enfrentarse a los retos de
las tecnologías actuales y de las que están por llegar.
La humanidad se encuentra en un constante cambio de tecnología y de
modos en los que producimos aquello necesario para satisfacer nuestras
necesidades día a día. La historia nos ha enseñado que estos cambios, bajo
condiciones de enorme desigualdad económica, suelen tener consecuencias
devastadoras para la dignidad humana. En la revolución tecnológica que estamos
viviendo, el Estado tiene la obligación de proteger a la ciudadanía de las
peores consecuencias de la tecnología presente y futura. El enfoque de derechos
humanos presenta una propuesta y un llamado para hacerlo y más vale que
acudamos a éste antes de que perdamos la soberanía sobre lo que nos hace
humanos: nuestras mentes.
Referencias
Dow
Schull, N. (2014). Addiction by Design : Machine Gambling in Las Vegas.
Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos: Princeton University Press.
Houlihan,
S. D., Kleiman-Weiner, M., B. Hewitt, L., Tenenbaum, J. B., & Saxe, R.
(2023). Emotion prediction as computation over a generative theory of mind. Philosophical
Transactions of the Royal Society A.
Ienca, M.,
& Andorno, R. (2017). Towards new human rights in the age of neuroscience
and neurotechnology. Life Sciences, Society and Policy(13), 27.
doi:https://doi.org/10.1186/s40504-017-0050-1
Marx, K. (2010). El Capital: Crítica De La Economía
Política (Vol. III). (P. Scaron, Trad.) Madrid, España.
Marx, K. (2013). Manuscritos de Economúa y Filosofía.
Madrid, España: Alianza Editorial.
ONU. (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos.
París, Francia: Organización de las Naciones Unidas.
Pérez Gómez, L. (Mayo de 2013). ¿Medir derechos humanos?,
¿por qué? y ¿para quién? Perseo(3). Obtenido de
http://www.pudh.unam.mx/perseo/medir-derechos-humanos-por-que-y-para-quien/* Investigador del Programa Universitario de
Derechos Humanos de la UNAM.
[1] (Marx, El Capital: Crítica De La Economía Política, 2010)
[2] (Marx, Manuscritos de Economúa y Filosofía, 2013)
[3] (Ienca & Andorno, 2017)
[4] (Dow Schull, 2014)
[5] (Houlihan, Kleiman-Weiner, B.
Hewitt, Tenenbaum, & Saxe, 2023)
[6] (ONU, 1948)
[7] (Pérez Gómez, 2013)