Las tres Leyes Asimov
del buen gobierno[1]

  1. Un buen gobierno no hará daño a ninguna persona ni, por inacción, permitirá que alguna persona sufra daño.
  1. Un buen gobierno debe obedecer las órdenes de las personas, excepto si esas órdenes entran en conflicto con la regla 1.
  1. Un buen gobierno debe proteger su propia existencia en la medida que esta protección no entre en conflicto con las reglas 1 o 2.

 

[1] En realidad, Isaac Asimov ideó estas leyes para los robots —los buenos robots—, pero a Perseo le parece que son adaptables a los gobiernos.

Pitágoras y el número1

Isaac Asimov

No mucho después de la época en que Tales cavilaba sobre los misterios del universo, hace unos dos mil quinientos años, había otro sabio griego que jugaba con cuerdas. Pitágoras, al igual que Tales, vivía en una ciudad costera, Crotona, en el sur de Italia; y lo mismo que él, no era precisamente un hombre del montón.

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Tales y la ciencia

Isaac Asimov

¿De qué está compuesto el universo?

Esa pregunta, tan importante, se la planteó hacia el año 600 A. C. el pensador griego Tales, y dio una solución falsa: «Todas las cosas son agua».

La idea, además de incorrecta, tampoco era original del todo. Pero aún así es uno de los enunciados más importantes en la historia de la ciencia, porque sin él
—u otro equivalente— no habría ni siquiera lo que hoy entendemos por «ciencia».

La importancia de la solución que dio Tales se nos hará clara si examinamos cómo llegó a ella. A nadie le sorprenderá saber que este hombre que dijo que todas las cosas eran agua vivía en un puerto de mar. Mileto, que así se llamaba la ciudad, estaba situada en la costa oriental del Mar Egeo, que hoy pertenece a Turquía. Mileto ya no existe, pero en el año 600 A. C. era la ciudad más próspera del mundo de habla griega.

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