Somerset Maugham
Ellos esperaban su turno con paciencia, pero la paciencia no era nada nuevo para ellos; la habían practicado, los tres, con severa determinación, durante treinta años. Sus vidas habían sido una larga preparación para este momento y esperaban lo que venía ahora, si no con confianza en ellos mismos, lo que estaría fuera de lugar en ocasión tan terrible, sí en todo caso con esperanza y valor.