Timothy Snyder
Cuando los líderes políticos ponen el mal ejemplo, el compromiso profesional de hacer lo que es justo se vuelve más importante. Es difícil torcer el cumplimiento de las leyes sin ayuda de los abogados o convertir los procesos judiciales en un espectáculo sin la colaboración de los jueces. Los autoritarios necesitan servidores públicos obedientes, y los directores de los campos de concentración buscan empresarios interesados en mano de obra barata.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, un hombre llamado Hans Frank era el abogado personal de Hitler. Después de que Alemania invadió Polonia en 1939, Frank se convirtió en el gobernador general de la Polonia ocupada, una colonia alemana en la que millones de judíos y otros ciudadanos polacos fueron asesinados. Alguna vez, Frank presumió de que no había árboles suficientes para fabricar el papel de los carteles que se necesitaban para anunciar todas las ejecuciones. Él afirmaba que la ley estaba para servir a la raza, y que, entonces, lo que fuera bueno para la raza era bueno para la ley. Con argumentos como éste, los abogados alemanes podían convencerse a sí mismos de que las leyes y los reglamentos existían para servir a sus proyectos de conquista y destrucción en lugar de estar para entorpecerlos. Sigue leyendo