(fragmento)
Amos Oz[2]
En la calle Zacarías, cerca de nosotros, vivía una niña llamada Esti. Por la mañana, sentado en la mesa de la cocina mientras desayunaba una rebanada de pan, susurraba para mis adentros: “Esti”.
A lo cual solía responder mi padre: —Anda, come y calla.
Asimismo, de noche, decían de mí: —Este chiquillo está chiflado; ya ha vuelto a encerrarse en el cuarto de baño a jugar con el agua. Sigue leyendo