La cocinera de Moliere y la de Kant

Achille Campanile

Molière solía leer a la cocinera sus propias comedias apenas escritas, para ver qué impresión causaban en una mente simple. En esto no hay nada de extraño. Como máximo, lo único de extraño es que Molière tuviese cocinera. Se sabe que el juicio de los expertos sobre las obras literarias es siempre viciado, o partidista, o tendencioso y, en todo caso, no genuino. En consecuencia, nos parece estupendo el expediente de Molière.

En realidad, ahora que pienso, no sé si era sólo Molière el que procedía de tal forma y no hacían lo mismo también Balzac, Sardou y otros. Lo he oído decir a varias personas, y parece ser que casi todos los escritores franceses solían leer sus obras a las respectivas cocineras. Y huelga decir con cuánta alegría por parte de las cocineras.

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A un alter ego1

Tú eres de mis amigos el primero
según, Crisipo, lo cuentas noche y día;
yo, candoroso, un tiempo lo creía
fiando sólo en tus palabras, pero

comencé por pedirte algún dinero,
y mayor tu pobreza que la mía,
probándome, resuelto me veía
a dividir contigo mi puchero.

Si el Gobierno a ocuparme se ha inclinado,
en hablar mal de mí tú te recreas
Tuve una amasia, y tú me la has quitado.

Tu erudición en fastidiarme empleas.
Sólo una prueba de amistad me has dado,
Que delante de mí te ventoseas.

Marcial


[1] Traducción libre en forma de soneto de Ignacio Ramírez “El Nigromante”.