El rey Juan Carlos

Hace apenas diez años, la monarquía era la institución mejor valorada por los españoles en todas las encuestas, pero la aceptación ya era menor que una década atrás. Mientras en 1997 la calificación fue de 7.5, entre 2006 y 2010 solamente alcanzó 5.35. En 2014 ya estaba por debajo del cinco.

Esa baja de popularidad es atribuida por los analistas a que la mayoría de los españoles Sigue leyendo

La fiesta del futbol

El mundo entero se volverá un balón esta tarde a las 17 horas de Brasil, 15 horas de la Ciudad de México. Escritores e intelectuales muy admirados por mí (Borges, Bunge) desprecian o reprueban el futbol como espectáculo al que califican de enajenante o estúpido; pero, como explica Desmond Morris, no debe ser tan intrascendente un suceso que, por encima de cualquier otro, logra la atención apasionada de millones de personas hasta en los más recónditos lugares. Morris sostiene que la clave de ese hechizo multitudinario es Sigue leyendo

Arraigo sin límites

El nuevo Código Nacional de Procedimientos Penales es el fundamento del enjuiciamiento penal que regirá en todo el país, tanto en materia federal como en el fuero común, es decir, fuese cual fuere el delito. Su entrada en vigor será gradual. Para junio de 2016 (dentro de dos años) debe Sigue leyendo

Ese puto grito

La diferencia esencial entre el grito de puuutooo de los aficionados mexicanos al portero del equipo rival cuando despeja de meta y los sonidos simiescos que algunos imbéciles imitan cuando toma la pelota un jugador negro es que en el segundo caso se agrede al futbolista precisamente por el color de su piel, mientras que en el primero el clamor multitudinario no está motivado por característica alguna del guardameta sino sencillamente porque juega con el adversario.

Si en lugar del portero el saque de meta lo hiciera algún otro jugador, el grito sería el mismo. Nadie lo está agrediendo por su orientación sexual, seguramente desconocida por el público, ni por sus peculiaridades físicas. Los espectadores van al estadio a ver el partido pero también a echar relajo, a desahogarse de las tensiones, frustraciones y disgustos de la vida cotidiana. La palabra elegida tiene virtudes innegables: es breve, de sólo dos sílabas, cada sílaba con una sola consonante y una sola vocal, es grave, y no carece de cierta musicalidad, acentuada al corearse rítmicamente. Estoy seguro de que los homosexuales en las tribunas también la entonan.

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