Acosadores

Se trata de humillarlo, de intimidarlo, de arrinconarlo, de ensombrecerlo, de disminuirlo, de clavarle en el pecho la zozobra, de hacerle ver que está a merced de los agresores.

Ningún daño les ha hecho, ninguna provocación, ningún desafío. No es una represalia. Ningún motivo ha dado para la actitud de sus compañeros, transformados en enemigos.

¿Por qué a él, o a ella? Un ademán, un gesto, una manera de caminar, de hablar o de mirar, ciertos silencios, algo pone en evidencia que es el débil del grupo, la víctima propiciatoria.

¿Por qué nadie alza la voz para defenderlo? ¿Por qué la pasividad, la indiferencia, la distancia? Una sola palabra de protesta, quizá, podría disuadir a los acosadores, inhibirlos. ¿Por qué nadie la pronuncia?

Es evidente que se encuentra en absoluto estado de indefensión. No tiene la fuerza física para enfrentar a sus atacantes; sobre todo, no tiene la fuerza anímica para hacerlo.

Está absolutamente solo, rodeado de caníbales que devoran su alegría y su sosiego en una ceremonia en la que él, o ella, ha sido el elegido para ser inmolado en el altar de la irracionalidad.

¿Qué placer les proporciona a los acosadores tener sometido al acosado? ¿Qué sienten al observar en su rostro el miedo, la angustia, la desesperación del cervatillo rodeado por las hienas?

No hay súplica ni alegato que valga. Es una tortura. Como en toda tortura, el agraviado no tiene derecho a hablar. A diferencia de la policiaca, en ésta no se busca una confesión ni cierta información, ni se quiere castigar al torturado por haber realizado determinada conducta. Este tormento no tiene por qués ni para qués. Su finalidad se agota en el acto mismo de maltratar.

Sigue leyendo

Las prisiones de Chihuahua

Aun los problemas que parecen irresolubles pueden empezar a superarse gradualmente si se dan los pasos certeros orientados a ese fin. Todos conocemos el desastre en que ha derivado nuestro sistema penitenciario. El hacinamiento, la corrupción, la violencia, la falta de capacidad profesional del personal, el autogobierno, la introducción de armas, el tráfico de drogas, los homicidios, los motines y el uso de teléfonos celulares para seguir delinquiendo desde la prisión, entre otros ingredientes, han dado lugar a un coctel explosivo que ha hecho de las cárceles mexicanas sucursales del infierno.

Sigue leyendo

No toques a sus clientes

En Francia no es delito la prostitución, pero están prohibidos los burdeles y el ejercicio en la calle del denominado oficio más viejo del mundo se castiga con una multa de hasta tres mil 750 euros, sanción vigente desde 2003, cuando Nicolas Sarkozy era ministro del Interior. En 2012, Hollande advirtió que la norma había forzado a las prostitutas a refugiarse en lugares menos accesibles a las organizaciones que las apoyan. No son las sexoservidoras las que deben ser multadas, sostuvo Hollande, sino los clientes.

En concordancia con esa postura, 120 diputados socialistas presentaron un proyecto legislativo que contempla la sanción pecuniaria para los consumidores de servicio sexual contratado en la vía pública.

Sigue leyendo

Debajo de la cama

Lo único infame de la fiesta de los diputados panistas en Puerto Vallarta es que sin anuencia de los festejantes se les haya filmado y se hayan difundido las escenas en las que aparecen bailando con unas muchachas. Lo condenable ética y jurídicamente sería que esa celebración se hubiera costeado con fondos públicos, pero no más reprobable que si con esos fondos se hubiese pagado una misa cantada o una ceremonia de meditación budista. Con el único límite de no dañar a otro, en la vida privada cada quien tiene derecho a hacer lo que le plazca. Desde luego, ese límite es infranqueable: nadie podría alegar que puede maltratar a su esposa, torturar a sus hijos o violar a su sirvienta si eso lo hace en su espacio privado, porque con esos actos estaría causando graves daños a terceros y cometiendo delitos.

Sigue leyendo