Ser mujer afrodescendiente y migrante en México: un desafío cotidiano
Joseline, Gladys y Kathleen experimentan discriminación por su color de piel, su género, su condición de migrantes o sus antecedentes culturales en su vida cotidiana residiendo en la Ciudad de México. Sin embargo, las tres mujeres afrodescendientes enfrentan valientemente el racismo, la xenofobia y la discriminación arraigada en la sociedad mexicana a través de su labor comunitaria. Reconocen que dichos prejuicios son construcciones sociales impuestas, pero están decididas a trabajar por desmantelarlos y erradicarlos con resiliencia, orgullo, humor y mucho amor propio.
En México, aproximadamente el 2% de la población, es decir, alrededor de 2.5 millones de personas, se identifica como afrodescendiente. Estas cifras reflejan una realidad que a menudo se pasa por alto en un país donde la diversidad racial y étnica no siempre es valorada adecuadamente, lo mismo que los derechos de estas comunidades y minorías étnicas. De hecho, apenas en 2019 se produjo la reforma legislativa que agregó el inciso C al artículo 2 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para reconocer “a los pueblos y comunidades afromexicanas, cualquiera que sea su autodenominación, como parte de la composición pluricultural de la Nación. Tendrán en lo conducente los derechos señalados en los apartados anteriores del presente artículo en los términos que establezcan las leyes, a fin de garantizar su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión social”.[1]
Animadas por un afán genuino de mejorar las condiciones de vida de sus comunidades, Joseline, Gladys y Kathleen comparten sus experiencias para ONU México y para el público en general.
Joseline relata cómo desde temprana edad enfrentó la violencia racista, recordando incidentes desde su infancia hasta la edad adulta. De lo vivido concluye que el racismo en México puede ser sutil y difícil de reconocer, pero sus efectos son profundos y perjudiciales para quienes lo experimentan.
Gladys, originaria de República Dominicana, comparte sus experiencias de discriminación durante sus más de dos décadas en México. A pesar de los insultos y humillaciones, se aferra al orgullo y al amor propio como armas contra el racismo.
Kathleen, proveniente de Colombia, describe cómo el racismo se manifiesta en su vida cotidiana, desde halagos hasta insultos, reflejando la complejidad de la discriminación racial en México y en el mundo.
Estas mujeres luchan no solo por sí mismas, sino también por las generaciones futuras, trabajando para visibilizar las historias y contribuciones de las personas afrodescendientes. Su objetivo es crear un México y un mundo libres de racismo y discriminación, donde cada individuo sea valorado por su humanidad, no por el color de su piel o su origen étnico.
Apoyar el esfuerzo de estas mujeres significa adoptar una perspectiva de derechos humanos y rechazar cualquier forma de discriminación racial. Debemos desafiar las estructuras de poder y exclusión, y trabajar juntos para construir sociedades más inclusivas y justas para todos.
Referencia:
https://news.un.org/es/story/2024/03/1528481
(31/3/24)
[1] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículo 2, disponible en: https://www.constitucionpolitica.mx/titulo-1-garantias-individuales/capitulo-1-derechos-humanos/articulo-2-nacion-mexicana (última consulta: 31/3/24).