1968: La carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética está en su apogeo —al año siguiente, Estados Unidos se adelantará a los soviéticos llegando a la Luna—. Pero los estadounidenses se enfrentan a un problema: en los viajes, cuando los astronautas están en zonas de gravedad cero, los bolígrafos no funcionan, ya que la tinta no puede bajar hasta la punta de la pluma.
Encomiendan a los científicos que trabajen al máximo y contrarreloj para inventar un bolígrafo con tinta antigravedad que pueda funcionar en condiciones de gravedad nula. Después de muchos esfuerzos, los científicos se rinden: no hay manera de preparar una tinta a prueba de gravedad. Pero se sabe con certeza que los cosmonautas soviéticos sí pueden tomar notas durante sus viajes espaciales, incluso en zonas de gravedad cero…
Entonces, el gobierno estadounidense envía a su mejor espía para que averigüe cómo se las arreglan los cosmonautas para tomar notas en condiciones de cero gravedad. El espía regresa muy pronto de su misión y rinde un informe escueto: Los cosmonautas soviéticos usan lápices. Ω
𝄇