- Un buen gobierno no hará daño a ninguna persona ni, por inacción, permitirá que alguna persona sufra daño.
- Un buen gobierno debe obedecer las órdenes de las personas, excepto si esas órdenes entran en conflicto con la regla 1.
- Un buen gobierno debe proteger su propia existencia en la medida que esta protección no entre en conflicto con las reglas 1 o 2.
[1] En realidad, Isaac Asimov ideó estas leyes para los robots —los buenos robots—, pero a Perseo le parece que son adaptables a los gobiernos.