Alan Paton[1]
(Situada en 1960, cuando el “apartheid” se encontraba en su apogeo, esta historia nos habla de un muchachito negro internado en un reformatorio y su anhelo de trascender las condiciones adversas que le había impuesto la segregación racial sudafricana. <Nota del traductor.>)
De los seiscientos muchachos que había en el reformatorio, aproximadamente cien tenían entre diez y catorce años. De cuando en cuando, mi Departamento había expresado la intención de separarlos del resto y de establecer una institución especial para ellos más parecida a una escuela de artes y oficios que a un reformatorio. Esto habría sido conveniente porque las infracciones que habían cometido eran muy leves y ellos estarían mejor en un lugar aparte. De haberse establecido esa escuela, me habría gustado dirigirla porque sería un trabajo más fácil; los muchachos más jóvenes se inclinan instintivamente al afecto y uno puede controlarlos naturalmente y con menor dificultad.