Lewis Thomas[2]
Hace algún tiempo recibí la carta de un editor que me invitaba a cenar con seis personas para hacer una lista de las Siete Maravillas del mundo moderno, para reemplazar a las antiguas siete. Contesté que no podía, pero la idea sigue por ahí en el lobby de mi mente. Tuve que buscar las viejas maravillas biodegradables, los Jardines Colgantes de Babilonia y todas las demás, y luego tuve que buscar la palabra maravilla para asegurarme de que entendía su significado. Se me ocurrió que si la revista lograba que siete personas se pusieran de acuerdo sobre el contenido de una lista de siete cosas cualesquiera, las Siete Maravillas estarían entonces ante esa mesa.
Maravilla es una palabra maravillosa. Contiene en sí una mezcla de mensajes: algo maravilloso y milagroso, sorprendente y que inspira preguntas incontestables y maravilla al observador. Milagroso y maravilloso son pistas; las dos palabras vienen de una antigua raíz indoeuropea que significaba simplemente reir o sonreir. Hay que sonreir con admiración en la presencia de algo maravilloso (por cierto, admiración viene también de esa raíz, junto con mirror, que en inglés quiere decir espejo).
Decidí intentar hacer la lista, no para la cena de la revista, sino para esta ocasión: siete cosas que me maravillan muchísimo.