Thomas Piketty
La distribución del ingreso y la riqueza es uno de los temas más polémicos del momento. La historia nos dice que hay poderosas fuerzas económicas empujando tanto hacia una mayor igualdad como a una mayor desigualdad. Lo que prevalezca dependerá de las políticas que elijamos.
Estados Unidos es un ejemplo de ello. Es un país que fue concebido como la antítesis de las sociedades patrimoniales de la vieja Europa. Alexis de Tocqueville, el historiador del siglo XIX, vio a Estados Unidos como el lugar donde la tierra era tan abundante que todo el mundo podía permitirse el lujo de tener una propiedad y donde una democracia de ciudadanos iguales podría florecer. Hasta la Primera Guerra Mundial, la concentración de la riqueza en manos de los ricos era mucho menos extrema en los EE. UU. que en Europa. En el siglo XX, sin embargo, la situación se invirtió.
Entre 1914 y 1945, las desigualdades en las rentas europeas fueron azotadas por la guerra, la inflación, la nacionalización y la fiscalización. Después de ello, los países europeos crearon instituciones que —a pesar de todos sus errores— son estructuralmente más igualitarias e inclusivas que las de EE.UU. Sigue leyendo