Karla Salazar
Aquella tarde el mundo de Gerardo se vio sacudido por una llamada era la voz de Karen. Ella lo saludaba después de 2 años de completa ausencia, y anunciaba que tenía una sorpresa para él. Su sola llamada ya lo era.
Todo había comenzado años atrás durante una tarde de invierno, que si bien fría, que si bien gris, el verdadero cliché se reflejaba en las lágrimas que derramaba Karen la primera vez que se vieron. Ella era una joven que había acudido al consultorio de Gerardo por ayuda, o quizás por consuelo, deseaba ya no oprimir el alma y no encontraba las formas para dejar de hacerlo.
Gerardo, quien contaba con una vasta experiencia en el campo terapéutico, jamás imaginó encontrarse desprevenido; estaba tan acostumbrado a casos nuevos e inexplorados; sin embargo, Karen había llegado y su llegada generó, casi de inmediato, sensaciones fuera del campo racional, su cara triste no opacaba la belleza de sus hombros, el contorno de sus pechos, y esos pies pequeños casi perfectos. Además, ella tenía algo que encerraba misterio, que se contenía por contar, él no podía detener ese deseo por entrar en su cabeza y comenzar a explorar. Las lágrimas se secaron en pocas sesiones, el agobio se desvaneció con rapidez ante los ojos inquietos de Gerardo, y así surgió la verdadera Karen que poco a poco se había vaciado como lava ardiente transformando todo.