Luis de la Barreda Solórzano
El del convicto Alva Campbell es un caso límite del horror que conlleva la pena de muerte. Campbell, de 69 años, fue condenado a esa pena hace 20. Recientemente, al fin se iba a llevar a cabo la ejecución en una prisión de Ohio, pero no se le encontró al reo una vena para aplicarle la inyección letal.
Campbell sufre cáncer de garganta y de próstata, y neumonía aguda. Camina con andadera, lleva una bolsa de colostomía y necesita que se le suministre oxígeno para respirar. El gobernador del estado ha fijado una nueva fecha para la ejecución: el 5 de junio de 2019. Así que a Campbell le espera un año y medio más de una vida que no puede ser más que un suplicio. Sigue leyendo→
Es impresionante el impacto que durante sus 200 años ha causado la novela Frankenstein, de Mary Shelley. Google registra 600 millones de resultados para la búsqueda de la palabra que da título a la obra. Se han hecho más de 300 ediciones de la novela original, 650 adaptaciones gráficas, unas 150 versiones o parodias, cerca de 100 películas —conmovedora la de James Whale de 1931,con Boris Karloff— y alrededor de 90 adaptaciones teatrales.
La palabra Frankenstein se utiliza frecuentemente en referencia a experimentos científicos de dudosa solvencia ética, riesgos que pueden derivarse de la aplicación imprudente de la ciencia o la tecnología o posibles consecuencias funestas de ciertas prácticas de laboratorio. Sigue leyendo→
Sin duda, la violación es uno de los crímenes más repugnantes. Lo expresa desesperadamente Magdalena, la mujer violada de Dulce cuchillo, de Ethel Krauze, quien le reprocha al violador: “… violas algo más íntimo que la vagina, una vagina del alma, un himen del espíritu…”. El violador es un ser deshumanizado que no sólo desprecia las preferencias, los sentimientos, los sueños y la dignidad de la víctima, sino que, al inferirle uno de los peores tormentos imaginables, goza con su sufrimiento. Incapaz de seducir —pobre diablo fracasado—, cumple su capricho con el más atroz de los ultrajes.
Por supuesto, quien abusa de su posición de poder o privilegio para lograr un favor sexual es un individuo despreciable. En lugar de la seducción opta por la sumisión temerosa. Se empeña en satisfacer un deseo sin importarle que éste no sea correspondido por su presa. No son sus cualidades personales, no es su personalidad lo que le da el éxito: es su posición de poderío —el dominio sobre una persona que accede bajo presión— la que consigue el objetivo. Sigue leyendo→