Por Luis de la Barreda Solórzano
14 de julio de 2022
Una tendencia creciente recorre los países ricos: “cambiar de sexo” cuando la persona percibe que su sexo biológico no es el que en realidad le corresponde. A esta extraña pero no tan infrecuente disconformidad se le llama disforia de género. Abundan los disconformes que optan por transformar su cuerpo de tal manera que su apariencia corresponda a su percepción.
En varios países europeos, Estados Unidos y Canadá, las cirugías y los bloqueadores hormonales para lograr esa transformación —en algunos casos en niños de tres años— se han multiplicado por diez o por veinte en la última década. Cada cual tiene derecho a buscar su realización personal, por lo que si alguien con disforia de género acude a un tratamiento de esa índole —para lo cual, claro, se requiere contar con los recursos suficientes— no hay nada que objetar.
Los partidarios de esa metamorfosis constituyen un influyente movimiento que ha logrado que varios países, y en nuestro país varias entidades federativas, sancionen penalmente a quienes brindan terapias orientadas a disuadir de su propósito a quienes desean una transformación tal. Pero ya con el cuerpo transformado, algunos lamentan haber dado el paso. El autor de A la ‘conquista’ del cuerpo equivocado, Miquel Missé, manifiesta en ese libro su deseo de recuperar el cuerpo que tanto había aborrecido.
Se trata de un asunto en el que la determinación corresponde al interesado, pero es razonable que quienes se sometan a esos tratamientos de transición sean mayores de edad con plena capacidad psíquica para comprender las implicaciones de tal metamorfosis. No obstante, en algunos países los mayores de 16 años ya no requieren consentimiento de los padres para someterse a esos tratamientos.
Los partidarios de la transformación precoz argumentan que la cirugía y el bloqueo hormonal tienen mayores posibilidades de éxito entre los menores de edad, lo que —advierte Enrique Sena— presenta un dilema ético y jurídico: ¿en la minoría de edad se tiene la lucidez necesaria para tomar una decisión tan difícil sobre el propio cuerpo?, ¿no sería más prudente prolongar varios años las evaluaciones de cada paciente para evitar fatales arrepentimientos? Sin embargo: “Como en la actualidad cualquiera que se oponga a banalizar los riesgos de convertir estas cirugías en moda es objeto de linchamiento en la arena pública, muchos liberales prefieren eludir el tema, para evitar que los fanáticos del bisturí les endilguen un sambenito” (Enrique Serna, “Consejos para cambiar de sexo”, Milenio, 8 de julio).
El caso del doctor Kenneth Zucker, profesor de la Universidad de Toronto, es muy ilustrativo. En 2015 fue expulsado del Centre for Addiction and Mental Health , acusado de disuadir de la transición a niños de género confuso, con lo cual, según sus acusadores, les provocaba graves problemas psicológicos. Si bien posteriormente se le pidió una disculpa y se le indemnizó, ha quedado catalogado por parte de los colectivos trans como enemigo de la transexualidad.
El doctor Zucker parte de la convicción de que la identificación sexual es un proceso complejo. Si el paciente es un menor, debe indagarse en las razones psicológicas y de salud mental de la disforia de género, y no necesariamente aceptar que el niño nació con un sexo equivocado. En el documental de la BBC Transgender kids: who knows best? (Niños transexuales: ¿quién sabe más?), el doctor Zucker explica que es posible que los chicos con tendencia a obsesionarse con algo puedan hacerlo con respecto al género, y se pregunta: ¿por qué apresurarse a tomar una decisión tan delicada? Cuando se presentó en el Reino Unido, 13 asociaciones de salud mental condenaron el documental y rechazaron el enfoque de Zucker.
El doctor Zucker ha tratado, principalmente con su colaboradora Susan Bradley, a unos 500 preadolescentes aparentemente inconformes con su sexo biológico con la perspectiva de convencerlos de que acepten esperar hasta alcanzar una edad adecuada para determinar su identidad de género. ¿Por qué tendrían que apresurarse a tomar una decisión evidentemente muy delicada? Si al llegar a la edad aconsejable experimentan disforia de género, se les ayuda en la transición. Aproximadamente 80% de los niños tratados con este enfoque han superado su disforia y aceptado su sexo biológico.
Fuente:
https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano
(26/07/22)