Humor

            Llega Tomás a un hotel y pide habitación.

            El encargado le dice que sólo tiene una cama en un cuarto compartido, la cual nadie quiere porque el otro huésped ronca muy fuerte.

            Tomás le responde que no hay problema y decide compartir la habitación.

            A la mañana siguiente el encargado le pregunta si durmió bien.

            – Perfectamente -responde Tomás.- ¡Muchas gracias!

            – ¿Y el señor de los ronquidos?

            – Mire, apenas entré en la habitación, le di un beso en la mejilla y una palmadita en la nalga. ¡¡¡Y se pasó toda la noche con los ojos abiertos y  pegado a la pared!!!