Los sesgos cognitivos
y su función en la cognición social

Alexandra Aguilar Bellamy
y Luis Aarón Morelos Islas

La cognición social se ocupa de aspectos cognitivos que se relacionan con la forma en que el cerebro procesa la información: desde cómo la recibimos, cómo le damos sentido y para qué la utilizamos. En este sentido, Sternberg (2011) nos dice que la cognición es la manera en la que se percibe, aprende, recuerda y piensa. Por su lado, el aspecto social se refiere a cómo esta parte cognoscitiva se ve influenciada por nuestro contexto familiar y educativo, el entorno que nos rodea, la cultura, los estímulos externos y las relaciones personales. Nuestra apreciación del mundo y de las personas, es por lo tanto, un proceso activo de interacciones cognitivas-sociales, que determina la identidad personal y la pertenencia a ciertos grupos sociales.

            Si bien no hay consenso entre los investigadores, los sesgos cognitivos se entienden como elementos constitutivos de la cognición social en forma de representaciones mentales que en ocasiones pueden ser erróneas o distorsionadas y que construyen la forma en la que percibimos, explicamos o evaluamos aspectos de nuestro entorno. Todas las personas utilizamos estas estrategias mentales para categorizar y simplificar la excesiva información que tenemos disponible día con día.

            Constantemente estamos procesando nueva información al mismo tiempo que la estamos enlazando con la ya existente, creando así nuevas interacciones. La información la organizamos a través de esquemas, actitudes, estereotipos o categorías sociales. Cuando éstas formas mentales llegan a activarse, las asociamos con acciones en el presente que afectarán las nuevas interacciones que tengamos; a su vez influirá en la memoria que hayamos almacenado al respecto y en la manera de cómo pensamos y sentimos. Los procesos de organización pueden ser conscientes, o inconscientes, automáticos o controlados, siempre impregnados del medio exterior en donde se desarrollan.

            Hay diversas maneras de activación de las categorías mentales y sus asociaciones; una de estas representaciones mentales se conoce como priming (Briñol et al. 2015), el cual constituye una parte importante de la materia con la que se construyen los sesgos cognitivos implícitos. Estas representaciones se refieren a estímulos que enlazamos a cierta categoría mental; por ejemplo, si se escucha por un oído una frase determinada como: “el parque de la escuela” y en el otro oído de forma simultánea se escucha “niño o camión”, esto influirá en la imagen mental resultante.

            El priming no es un sesgo cognitivo implícito aún, sino es el procedimiento a través del cual un estímulo influye en el procesamiento cognitivo que se presentará posteriormente y es una de las muchas formas en la que el cerebro reacciona a personas, objetos, sensaciones, percepciones, recuerdos, etc. (Schacter, 1995 en Razumiejczyk, Lopez y Macbeth, 2008). Es una impresión o huella que se generó en algún momento en el cerebro y que da como resultado pensamientos o sentimientos parciales o sesgados. Esta asociación por lo general es inconsciente; no obstante cuando la persona se enfrenta a un entorno que no reconoce o con experiencia previas que pudieran haber dejado una huella cognitiva negativa – como pueden ser el encuentro con personas que tienen características diferentes – el cerebro puede activar procesos que resulten en comportamientos discriminatorios conscientes e inconscientes.

            En un experimento para entender como la activación de estos elementos previos puede influir en la toma de decisiones, Horcajo, Briñol y Becerra (2009) realizaron una simulación en el proceso de selección de los recursos humanos en una empresa. Los investigadores lograron demostrar que la activación de estereotipos resulta en la toma de decisiones sesgadas cuando una persona se enfrenta con información ambigua. El experimento se realizó mediante el priming asociando imágenes positivas – como puede ser una persona bien vestida – o negativas – como puede ser una persona con tatuajes en su cuerpo. En dicho experimento todas las personas consideraron que la persona bien vestida, era la ideal a ser contratada, a pesar de que los perfiles de ambas personas eran similares.

            Cada uno de nosotros forma sus representaciones mentales a partir de la influencia de distintos estímulos que nos afectan de manera personal; asimismo, el poder de la situación juega un papel importante junto con otras variables intrínsecas a cada persona, como son la fuerza de sus asociaciones, el autoconcepto, el gusto o familiarización por ciertas categorías mentales.

            De las categorías mentales que construimos en torno a los diversos grupos en el mundo, nacen los estereotipos, los cuales se refieren a la creencia de que los miembros de un grupo X comparten características y atributos similares a todos los demás miembros de ese grupo. La evaluación del estereotipo da pie al prejuicio y este a su vez puede reflejarse en el componente conductual el cual es lo que entendemos actualmente como discriminación.

La vinculación entre los sesgos cognitivos y la violación a los derechos humanos

Los sesgos cognitivos implícitos fueron definidos por primera vez por Kahneman y Tversky en 1972 quienes demostraron que las decisiones y los juicios que hacemos de forma cotidiana no son del todo lógicas ni racionales como se podría creer. El estudio de estos dos autores plantea que en algunas decisiones, la incertidumbre, el tiempo de respuesta, el tipo de problema, entre otros elementos, nos hacen tomar decisiones erróneas o irracionales (Blanco, 2017). Se les llama implícitos por que se presentan en la parte automática y a veces inconsciente del cerebro, a la cual Kahneman describe como el sistema 1. Este sistema 1 se caracteriza por ser rápido e intuitivo y el cual probablemente permitió la sobrevivencia de la especie humana (Kahneman, 2012).

            El trabajo realizado en los últimos años por diferentes investigadores ha reforzado las ideas de Kahneman y Tversky sobre como ciertas unidades cognitivas nos pueden llevar a conclusiones erróneas o distorsionadas a la hora de tomar decisiones, atribuir, juzgar, pensar, sentir, recordar, etc. Grenwald, McGhee y Schwartz (1998) desde hace algunos años desarrollaron la Prueba de Asociación Implícita (IAT por sus siglas en inglés[1]) la cual por primera vez permitió evidenciar las asociaciones o preferencias automáticas e implícitas que hacen las personas ante ciertas categorías, como pueden ser el color de piel negra o blanca, el género, la susceptibilidad a la violencia, entre otros. La prueba del IAT ha permitido rastrear los sesgos cognitivos implícitos en la parte automática del cerebro, que si bien no necesariamente se traducen en actos discriminatorios, si pueden nutrirlos ante circunstancias emergentes.

            Por su lado, Freeman et.al (2011) mostraron que la variación del tono de piel simulada por una computadora genera percepciones distorsionadas sobre el estatus social de las personas. El estudio determinó que la mayoría de las personas asociaban tonos de piel claros con estatus más elevados, confirmando la existencia de componentes sesgados en la construcción social de las personas.

            En un estudio de campo realizado por el Hub Creativo de Derechos Humanos del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM durante 2018, las personas resultaron más propensas a cuestionar los derechos humanos de personas privadas de su libertad, inclusive ante la evidencia de que estas podrían ser inocentes. De igual forma, pruebas realizadas respecto a otros grupos de personas —niños en situación laboral, indígenas mendigando en la calle y mujeres sexoservidoras— arrojaron que el grupo piloto a la que se le aplicaron los instrumentos, consideraban que las personas en estas situaciones no eran merecedoras de que sus derechos humanos fueran protegidos al igual que al resto de la población. Si bien estos resultados aún no son concluyentes, las investigaciones realizadas hasta el momento indican cierta correlación entre sesgos cognitivos implícitos asociados con ciertas categorías (e.g. personas en calle, indígenas, migrantes, etc.) y la complacencia en la violación o en no respetar los derechos humanos de estas personas.

            Estos elementos resaltan la importancia de trabajar en la investigación en torno a los sesgos cognitivos implícitos presentes en la población en las diferentes esferas públicas y su papel en conductas discriminatorias en los ámbitos decisionales donde estos sesgos pueden acrecentar de manera importante las desigualdades en las oportunidades de ciertos grupos.

Referencias

Bargh, J. A., Chen, M. y Burrow, L. (1996) Automaticity of Social Behavior: Direct Effects Of Trait Construct And Stereotype Activation on Action. Journal of Personality and Social Psychology 71 (2) pp. 230-244

Blanco, F. (2017) Cognitive Bias. Encyclopedia of Animal Cognition and Behavior. DOI 10.1007/978-3-319-47829-6_1244-1

Briñol, P. T.. Gásco, M. Requero, B. y Santos, V. D. (Cap. 14) Cognición social y cambio de actitudes. En Diáz, M. D. y Latorre, P. J. M. (2015) Psicología Médica. España.

Dijksterhuis, A., & van Knippenberg, A. (1998). The relation between perception and behavior, or how to win a game of Trivial Pursuit. Journal of Personality and Social Psychology, 74, 865–877.

Freeman, J. B, Penner, A. M., Saperstein, A., Scheutz, M y Ambady, N. (2011) Looking the part: Social Status Cues Shape Race Perception. PLoS ONE 6(9): e25107. doi:10.1371/journal.pone.0025107

Greenwald, A. G., McGhee, D. E. y Schwartz, J. L. K. (1998) Measuring Individual Differences in Implicit Cognition: The Implicit Association Test. Journal of personality and Social Psychology. 74 (6) pp. 1464-1480

Kahneman, Daniel (2012). Thinking fast and slow, New York: Farrar Straus Giroux.

Horcajo, J., Briñol, P. y Becerra, A. (2009) Los efectos de la activación de estereotipos sobre la evaluación de candidatos en un contexto experimental de selección de personal. Revista Latinoamericana de Psicología. 41 (2) pp. 349-359.

Razumiejczyk, E., López, A. A. O. y Macbeth, G. (2008) El efecto del priming y sus variantes experimentales. Psicología y Psicopedagogia. Recuperado de: http://fyl.usal.edu.ar/archivos/psico/otros/el_efecto_de_priming_y_sus_variantes_experimentales.pdf

Sternberg, R. J. (2011) Psicología cognoscitiva. 5ed. Cengage Lerning Editores. México.

Para más información, se puede consultar los siguientes enlaces:

[1] El test de Asociación Implícita (TAI) o Implicit Test Association (IAT) fue desarrollado por Greenwald, A. G., McGhee, D. E., y Schwartz, J. K. L. en 1998 y consiste en tareas flexibles diseñadas para conocer las asociaciones automáticas entre conceptos, por ejemplo: Hombre-Mujer, Raza Blanca-Raza Negra, Presidentes o Partidos políticos, religiones entre otros. y atributos positivos y negativos: Bueno, malo, agradable, desagradable, atractivo, repulsión, etc. Para más información visita el sitio oficial: http://projectimplicit.net/about.html