Pienso en el joven de veinte años
que fui una vez
y me veo sentado en las nocturnas bancas
de una ciudad silenciosa
y recién lavada por la lluvia.
Mientras me fumo un cigarrillo
y espero a una mujer que no conozco,
la simple gota desprendida
de un árbol amigo
cae sobre mi frente.

Ella ha aparecido de pronto
y yo la invito a compartir su soledad y mi silencio,
pero ella tiene que ver poco con el silencio y habla y habla
de planetas azules y rayos cósmicos…
Que si el traje de venus y el sombrero de Saturno,
que si los niños del espacio
maman luceros en la vía láctea, etc., etc.
Yo la escucho mientras busco rimas para un soneto
mientras por la mano agonizo de deseo
y la fiebre de tenerla me corroe.
Ella habla de galaxias y yo estoy a punto del espasmo.

En un hotel barato
con mi desconocida del parque bajo la lluvia,
recorro el universo y rebautizo los planetas.
El sistema solar me pertenece.

Otto Raúl González