(Discurso pronunciado por Jim Yong Kim en la apertura
de las Reuniones de Primavera de 2014 del Grupo del Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional)
Jim Yong Kim[1]
Abril 10, 2014
Quisiera darles la bienvenida a las Reuniones de Primavera de 2014 del Grupo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Muchas gracias por su presencia.
Vivimos en una época de grandes contrastes, en que menos de 100 personas controlan la misma proporción de la riqueza existente en el mundo que los 3500 millones de personas más pobres del planeta en conjunto. Pero también vivimos en una época en que muchos países en desarrollo registran las tasas de crecimiento más altas del mundo, lo que cada año ayuda a millones de personas a salir de la pobreza extrema.
Nuestros economistas estiman que actualmente, en 2014, en todo el mundo hay alrededor de 1000 millones de personas que viven en situación de pobreza extrema, en comparación con unos 1200 millones en 2010. Esta cifra difícil de comprender está disminuyendo firme y decididamente, pero nuestras dos metas de poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030 e impulsar la prosperidad compartida no serán fáciles de lograr. Los países en desarrollo tendrán que crecer a un ritmo mayor que en los últimos 20 años. Para acabar con la pobreza a más tardar en 2030, el elevado número de personas de los segmentos más pobres de la población —aquellas que ganan menos de US$1,25 al día— tendrá que disminuir en 50 millones cada año.
Piensen en esta cifra. Para alcanzar nuestra meta, cada semana tendrán que salir de la pobreza 1 millón de personas. Cada semana, durante los próximos 16 años.
Nosotros creemos firmemente que esto puede lograrse.
El crecimiento económico ha sido fundamental para reducir la pobreza extrema y mejorar las condiciones de vida de muchas personas pobres. Pero para que esta migración masiva de personas que pasan de una situación de pobreza a una de prosperidad realmente pueda cobrar impulso, necesitamos un crecimiento inclusivo, que genere empleo y brinde asistencia directamente a los pobres.
Sin duda, el crecimiento sigue siendo sumamente importante, ya que representa tres cuartas partes de la reducción de las cifras de pobreza. Al observar hoy la economía mundial, vemos que el crecimiento en los países de ingreso alto se está acelerando y que los países en desarrollo están creciendo, aunque a un ritmo menos intenso que antes.
Los riesgos de corto plazo para la economía mundial se han atenuado. Nuestras inquietudes se centran cada vez más en el mediano plazo. Nuestra preocupación es que el ritmo de las reformas podría desacelerarse en este período posterior a la crisis. Urge volver a centrar la atención en el programa de reforma estructural. Hasta el menor retroceso puede significar que millones de familias queden desamparadas en lugar de poder escapar de la pobreza.
Hoy publicaremos un informe titulado Prosperity for All (Prosperidad para todos), en el que se plantea claramente que para atacar la pobreza es necesario saber dónde vive el mayor número de personas pobres. Pero en el informe también se muestra que debemos concentrarnos en aquellos lugares donde hay más privaciones. En muchos países pequeños, el porcentaje de habitantes que viven por debajo de la línea de pobreza es mucho mayor. En 16 países, más de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza extrema.
Reducir la pobreza en esos lugares es tan importante como avanzar en los países donde el número absoluto de pobres es mucho mayor. Además, debemos asegurar que el crecimiento económico en los años por venir sea sostenible y nos desvíe de la senda destructiva del cambio climático. El cambio climático podría revertir los avances del desarrollo que tanto ha costado lograr, y frenar completamente nuestros esfuerzos orientados a poner fin a la pobreza. No podemos acabar con la pobreza si no adoptamos serias medidas para proteger a nuestro planeta.
Hace 18 meses, en Tokio, prometimos convertirnos en un “banco de soluciones.” Un año atrás, en esta misma sala, anunciamos nuestras metas de poner fin a la pobreza a más tardar en 2030 e impulsar la prosperidad compartida. Hace seis meses, anunciamos la estrategia del Grupo del Banco Mundial para lograr ambas metas. Para aplicar la estrategia, debíamos tomar medidas que nos permitieran cumplir con este propósito, y obtener financiamiento adicional.
A partir de julio, trabajaremos de manera diferente: tendremos comunidades mundiales de expertos en los principales ámbitos del desarrollo, cuya labor estará en consonancia con nuestras metas y nos pondrá en la senda para transformarnos en un verdadero banco de soluciones. Centraremos nuestra atención en prestar los mejores servicios posibles en los países, para lo cual mantendremos una fuerte presencia en las oficinas fuera de la sede y ofreceremos soluciones mundiales a problemas locales.
En el frente financiero las noticias también son positivas. En el curso de la próxima década, se espera que nuestra capacidad de financiamiento aumente de entre US$45 000 millones y US$50 000 millones anuales en la actualidad a más de US$70 000 millones. Esto es posible gracias a una reposición sin precedente de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento, a las economías de costos, a nuestra solidez financiera, y a los clientes dispuestos a pagar por nuestros conocimientos y servicios.
Ahora cada vez estamos en mejores en condiciones de cumplir el propósito señalado. Esto nos permite hacer un aporte enorme a los esfuerzos internacionales para poner fin a la pobreza extrema en el curso de una generación. Confío en que los países y sus asociados asumirán esta tarea, aprovecharán esta oportunidad, y borrarán de una vez por todas esta mancha de nuestra conciencia moral colectiva.
Muchas gracias. Ω
Fuente (10/04/14):