Mejor será ser malo que malestimado,
cuando el no serlo gana de serlo condena,
perdido el justo gozo, que no al propio agrado
de uno se mide, sino por mirada ajena.
Pues, ¿a qué van los ojos de otros con veneno
a hacer guiño a los brincos de mis fantasías,
o a ser de mis miserias míseros espías,
que hagan malo a su antojo lo que estimo bueno?
No, yo soy lo que soy; y los que me reprochen,
contando están sus propias faltas en mis sobras;
puedo ir derecho, aunque ellos de través atrochen;
sus pútridas ideas no han de hacer mis obras.
Si no es que a todo extienden esta triste ley:
todo hombre es malo, y en su mal él es el rey.
William Shakespeare
[1] Tomado de: BLOOM, Harold. Cómo leer y por qué. Anagrama. Barcelona. 2000, p. 115 y 116.