Llueve tu soledad de noche oscura,
de eslabones de sangre desatados,
y una más alta claridad fulgura
debajo de los párpados cerrados.
Todo fuera de ti se hace negrura,
amasijo de lienzos apretados,
donde no es necesario ni perdura
el aire de los cielos libertados.
La luz que irrumpe súbita en la sombra
de nuestra humana oscuridad terrena,
como un destello lívido que asombra;
esa lograda claridad postrera
llena de eternidad y de ti llena:
es la única lumbre verdadera.
Franklin Mieses Burgos