Sor Lirio

Sor Lirio era una monja de lánguida mirada
con formas pubescentes y una blancura astral.
Sor Lirio dirigía, piadosa y resignada,
la “Sala de San Bruno” en un viejo hospital.

Su blanca mano suave era solicitada
por todos los enfermos para aliviar su mal
porque Sor Lirio era, como una iluminada,
que retrataba el cielo en su carita oval.

Su historia era una historia de todos ignorada,
pero las malas lenguas corrían el rumor
de hallarse entre las monjas por cuitas de amor.

Sor Lirio de esas cosas no dijo nunca nada,
pero terrible historia tenía ella guardada
porque al oír los dichos, prendíase en rubor.

Y sucedió que un día, enfermo y macilento,
a la “Sala San Bruno” un buen poeta entró;
era un joven muy suave, lleno de sentimiento,
que a la santa Sor Lirio el alma cautivó.

Después de algunos días tuvo el presentimiento
de algo inmotivado, que la ruborizó;
pero a pesar de todo, con cariñoso tiento,
como a ningún enfermo, Sor Lirio lo cuidó.

Tan milagrosas fueron sus manos de alabastro,
tanto su santa boca a Dios lo encomendó,
que prodigiosamente el bardo mejoró.

Pero las malas lenguas, que siempre buscan rastros,
murmuran que Sor Lirio, en una noche de astros,
por su piedad vencida, con el poeta huyó.

Las monjas, desde entonces, refieren el pecado
diciendo que el poeta era un endemoniado,
¡embajador del Diablo!, ¡espíritu del mal!
Y agregan que Sor Lirio se encuentra condenada.
Pero en la faz de todas surge una llamarada,
si algún poeta enfermo penetra al hospital.

Claudio Alas (Clarín)
—Jorge Escobar Uribe—