Todos los mexicanos coincidimos en la urgencia de contar con policías de alta calidad profesional. Para lograrlo es imprescindible precisar qué medidas deben tomarse, y eso es lo que se omite en los discursos, las columnas periodísticas y los ensayos académicos.
El Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM (PUDH-UNAM) ha formulado un diagnóstico y sugerencias para profesionalizar a la totalidad de las policías mexicanas, las federales y las locales.
En términos generales, los policías mexicanos incurren con frecuencia en abusos, errores y conductas delictivas; no alcanzan los mínimos suficientes de calidad profesional; padecen serias carencias para realizar labores de investigación; perciben salarios notoriamente insuficientes y sus condiciones laborales son precarias; no cuentan con los equipos adecuados y suficientes para combatir con ventaja a la delincuencia; no están sujetos a una supervisión eficaz, y no disfrutan del aprecio ciudadano.
A fin de que las policías mexicanas estén a la altura de la misión que están llamadas a desempeñar, son condiciones indispensables al menos las siguientes:
a) La instauración de una auténtica carrera de formación policial, obligatoria para todos los aspirantes a ser miembros de las corporaciones policiacas, y con exigencias y nivel escolar tales que posibiliten la formación de agentes de alta calidad. Desde luego, no basta con capacitar y profesionalizar a los aspirantes: los policías en activo deben ser constante y permanentemente capacitados y actualizados;
b) El otorgamiento de salario y prestaciones laborales adecuados para una tarea tan relevante y riesgosa. Los salarios no deben ser menores a 12, 14 y 17 salarios mínimos para los policías de reacción, preventivos y de investigación, respectivamente, de las entidades federativas, y a 14, 17 y 20 salarios mínimos en el ámbito federal.
c) Garantizar a los policías un trato humano por parte de sus jefes;
d) La dotación a los agentes policiacos de todos los recursos materiales y tecnológicos que les permitan cumplir su cometido con eficiencia;
e) La coordinación eficaz y ágil entre los diversos cuerpos policiales. La policía federal debe tener presencia suficiente y constante en todo el territorio nacional, y jugar un papel central en las labores de inteligencia y coordinación con todas las policías del país, y
f) La instauración de organismos autónomos que vigilen y controlen a los cuerpos policiales.
Sin policías rigurosamente formadas, altamente profesionales y confiables, la vigencia efectiva del Estado de Derecho es irrealizable, pues la función primigenia y fundamental del Estado es brindar seguridad pública al conjunto de los gobernados. Todas las recomendaciones y sugerencias formuladas por el PUDH-UNAM son viables y pueden empezar a ponerse en práctica de inmediato.