A la pregunta de Fernando del Collado (Tragaluz, Milenio, 16 de febrero) de si hay que defender al INE, la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra, responde: “¿Defender al INE? ¡Que se defiendan solos!” La respuesta no podía ser más ominosa: Piedra considera que no es su deber salir en defensa de la institución que organiza y califica las elecciones federales en nuestro país, la institución sin cuya autonomía, fortaleza y profesionalismo, la democracia mexicana simplemente no existiría. Es una contestación que muestra claramente en qué se ha convertido la CNDH: una grotesca marioneta del gobierno federal. Éste puede ahora arremeter contra el INE para privarlo de su independencia, contando con la complicidad —¡así lo anticipa su presidenta!— de la CNDH.
A la pregunta de si se están violentando los derechos humanos de los migrantes, Piedra informa: “No han llegado quejas; llegaron seis quejas por aspectos superficiales”. Seguramente asombrado por lo que escucha, Del Collado repregunta: “¿No piensa ir a la frontera sur?” Piedra: “Han estado nuestros observadores y visitadores”. Del Collado: “¿Y no han encontrado nada?” Piedra no se inmuta: “No, y coinciden en que no hay quejas”. La Guardia Nacional, supuestamente creada para recuperar la seguridad pública en el territorio nacional, se ha convertido en el muro fronterizo que prometió Donald Trump, y el trato dado a los migrantes centroamericanos ha sido denunciado incluso desde las filas del partido en el gobierno, pero la CNDH no ha encontrado nada.
Tampoco han encontrado, ni Piedra ni sus colaboradores, nada que decir respecto del desabasto de medicinas, los niños enfermos de cáncer desprovistos de los medicamentos indispensables para seguir luchando por su vida, los hospitales públicos con carencias de lo más elemental para cumplir su cometido, el desamparo de cientos de miles de pacientes desde la cancelación del Seguro Popular, el incumplimiento de los amparos que ordenan reintegrar los recursos a las estancias infantiles, la violación a los derechos laborales de los policías federales…
Del Collado inquiere a Piedra si percibe en el Presidente de la República ánimos autoritarios. Ella no se sale del guion: “No los percibo”. No los percibe a pesar de las reformas en materia de justicia penal que atropellan el principio de presunción de inocencia y el derecho constitucional a no ser privado de bienes y derechos si no es por resolución judicial tras un juicio en el que el acusado tenga todas las posibilidades de defensa, de la forma en que ella misma fue impuesta como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, de la captura de los organismos autónomos —la CNDH incluida—, de la designación de superdelegados en las entidades federativas, de las ofensas en las conferencias matutinas a los críticos del gobierno, de la acometida contra el INE.
Del Collado la interroga sobre el motivo de la desaparición de la oficina especial del caso Iguala. Piedra asevera: “Por ineficaz”. ¿Habrá leído una sola línea de las 2,177 páginas de la recomendación sobre el caso? Si lo hubiera hecho, serían inexplicables los numerosos datos falsos que contiene el comunicado en el que anunció la extinción de la oficina. La recomendación es fruto de un riguroso trabajo profesional. ¿Ineficaz la oficina especial? Sí, lo fue, sin duda, para llegar a una “verdad” que respondiera a intereses absolutamente ajenos al afán de encontrar la verdad sustentada en pruebas.
No menos deshonesta es la respuesta a la pregunta de si viven los estudiantes de Ayotzinapa: “Tenemos esperanzas. No podemos matarlos ni con el pensamiento”. En efecto, ya no se les puede matar ni con el pensamiento ni con nada porque fueron asesinados hace más de cinco años por sicarios de Guerreros Unidos. Del Collado pregunta: “¿Falta que liberen a los Abarca?” Piedra: “¡Sí, imagínese!” ¿Estará enterada de que de todas las instancias —nacionales e internacionales— que han intervenido en las investigaciones del caso, la única que logró recabar las declaraciones del expresidente municipal de Iguala y de su esposa fue la ineficaz oficina especial dirigida por el maestro José Larrieta?
Del Collado la cuestiona: “¿Le gusta que se burlen de su inteligencia?” La respuesta es la más curiosa de la entrevista: “Que se burlen; yo estoy consciente de si soy inteligente o no”.