Por Luis de la Barreda Solórzano
Un año de
atrocidades infrahumanas. El Centro para las Libertades Civiles de Ucrania,
dirigido por la admirable y bellísima Oleksandra Matviichuk, premio Nobel de la
Paz 2022, documentó, en los primeros 10 meses de la invasión rusa, 31,000
crímenes de guerra, que sólo son una parte del total, ya que Rusia ha empleado
sistemáticamente el terror para quebrar la resistencia ucraniana.
El terror más
cruel, como el que ejerció en Chechenia, Moldavia, Georgia, Siria, Mali, Libia.
Los rusos han atacado en Ucrania edificios civiles, viviendas, iglesias,
hospitales, infraestructuras y carreteras por las que familias huían de la
masacre. Las tropas rusas han asesinado a más de 7,000 civiles y herido a
alrededor de 6,000.
El ejército invasor
ha atacado también la red eléctrica del país con la finalidad de dejar a
millones de personas sin luz, sin agua, sin electricidad y sin internet durante
el invierno. Quedarse sin calefacción en los meses invernales ucranianos supone
sufrir un tormento continuado.
La barbarie de los
invasores es aterradora. ¿Quién no recuerda, con indignación impotente, el
bombardeo a una maternidad de Mariúpol? ¿Quién no recuerda, horrorizado, las
imágenes de Bucha, en el cinturón metropolitano de Kiev, en cuyas calles se
observaban numerosos cadáveres tras la retirada de las tropas rusas? ¿Quién no
recuerda con dolor las imágenes de cuerpos sin vida con las manos atadas a la
espalda, huellas de tortura y orificios de bala en la cabeza? Decenas de
víctimas han sido asesinadas en ejecuciones sumarias, muchas de ellas en los
sitios de detención. Todo eso, evidentemente, sin justificación militar alguna.
¿Quién puede no
estremecerse al enterarse de las violaciones sexuales, incluida la de un niño
de apenas cuatro años, perpetradas por los invasores? “Para ellos —advierte
Oleksandra Matviichuk—, la violación es un arma especialmente eficaz porque es
un crimen que provoca vergüenza no sólo en la víctima, sino muchas veces en
toda la comunidad. Las víctimas de violencia sexual sienten vergüenza: ellas,
sus vecinos, sus familias, que se sienten culpables por no haber podido
evitarlo”.
No hay constancia
alguna de que las autoridades rusas hayan investigado uno solo de los numerosos
crímenes de guerra cometidos por sus soldados, lo que pone de manifiesto que
esas atrocidades no sólo han sido toleradas, sino alentadas por Putin.
Crímenes de guerra
bárbaros y desalmados, crímenes de lesa humanidad: actos criminales
sistemáticos, generalizados e intencionados contra la población civil. El
delito más grave de los previstos en el derecho internacional. Un genocidio:
matanza contra un grupo nacional para destruirlo parcialmente.
Ucrania ha
resistido heroicamente todo un año. Aunque insuficiente, el apoyo de la Unión
Europea y de Estados Unidos ha sido crucial para la resistencia, pero el precio
pagado en ciudades e infraestructura destruidas y, sobre todo, en vidas rotas o
segadas es enorme.
El Centro para las
Libertades Civiles ha logrado documentar muchos de los crímenes de guerra,
aunque seguramente no la mayoría, llevados a cabo por las tropas invasoras. El
Centro dispone no únicamente de testimonios y necropsias, sino también de
imágenes de satélite, fotos, grabaciones y videos tomados por civiles.
Nada indica que
Putin vaya a ser llevado a juicio ante la Corte Penal Internacional, pero sería
deplorable que las brutalidades de su ejército, ejecutadas por sus órdenes o
con su complacencia, quedaran impunes. Por improbable que ahora mismo nos
parezca que el genocida dictador ruso sea enjuiciado, no olvidemos —abundan los
ejemplos en la historia— que la fortuna da muchas vueltas. Que Dios me preste
vida —la expresión era característica de mi entrañable e inolvidable doña
Pavita— para verlo ante esa Corte acusado de toda su barbarie, de su demencia
furiosa.
*
OTRO SÍ. Nos vemos
el domingo a las 11 en el Zócalo. Como señala Federico Reyes Heroles tras
rememorar los abusos, la ineptitud, la corrupción, la estela de destrucción y
el designio del autócrata de aniquilar nuestra democracia: “De todo esto, de
nuestra dignidad, se trata la concentración” (Excélsior, 21 de febrero).
Fuente:
https://www.excelsior.com.mx/opinion/luis-de-la-barreda-solorzano/un-ano-de-crimenes-de-lesa-humanidad/1571906
(28/2/23)