Julio César[1]

William Shakespeare

ACTO TERCERO

Escena primera

(monólogo de Antonio frente al cadáver de Julio César)

Antonio. —Ah, perdóname, sangrante trozo de tierra, por ser suave y amable con esos matarifes. Eres la ruina del hombre más noble que jamás ha vivido en el reflujo de los tiempos. ¡Ay de la mano que vertió esta preciosa sangre! Ahora profetizo sobre tus heridas —que, como bocas mudas, abren sus labios de rubí pidiendo la voz y palabra de mi lengua— que caerá una maldición sobre los miembros de los hombres: guerra interna, feroz discordia civil desgarrará todas las partes de Italia: la sangre y la destrucción serán tan ejercitadas, y las cosas terribles tan acostumbradas, que las madres no harán sino sonreír cuando vean a sus hijos descuartizados por las manos de la guerra: toda compasión será ahogada por la costumbre de acciones feroces, y el espíritu de César, volando en busca de venganza, con Atis[2] a su lado, saldrá, acalorado, del infierno, y en estas tierras, con voz de monarca, gritará muerte a todos, y soltará los perros de la guerra, de tal modo que esta infame acción olerá sobre la tierra con hombres hechos carroña, gimiendo por tener sepultura.

 

 

[1] Tomado de Shakespeare. Tragedias (Historia de la literatura), RBA Editores, Barcelona, 1994, p. 442.

[2] Diosa de la venganza.