Cielo Rubí Fragoso Lugo*
Mario Alberto Naranjo Ricoy**
Palabras claves: Razia Sultana,
historiografía crítica de género, androcentrismo historiográfico, virangana.
Introducción
Las elecciones federales de México ocurridas este año dieron como resultado la llegada de la primera mujer a la Presidencia de la República. El acontecimiento es de una trascendencia extraordinaria pues, independientemente de la ideología que se atribuye a la coalición triunfante, el resultado electoral ha significado la superación de uno de los grandes tabúes que regía hasta ahora la cultura política de la sociedad mexicana, a saber: que el poder público, muy en especial el Poder Ejecutivo, debía ser ejercido exclusivamente por varones, quienes eran los únicos facultados para desempeñar tal papel de autoridad.[1]
Este “hito histórico” de la política nacional, sin embargo, no es efecto del azar o la casualidad, tampoco es un acto improvisado o impuesto por las fuerzas dirigentes del sistema político, sino que es producto de un proceso político, social y cultural, complejo y prolongado, compuesto de numerosas luchas y movimientos sociales impulsados principalmente por mujeres que demandaron igualdad de oportunidades para todas y el respeto irrestricto de sus derechos humanos.[2]
Contar la historia de aquellos hitos y luchas, hacer el recuento de sus conquistas, es una de las tareas centrales de la historiografía crítica con perspectiva de género. Otro de sus quehaceres consiste en arrojar luz sobre la participación de las mujeres –por muy reducida o marginal que sea– en los procesos y espacios de toma de decisiones en épocas históricas previas (en el seno de nuestra sociedad y de otras), toda vez que dicha participación ha sido muchas veces omitida, silenciada e invisibilizada por una historiografía tradicionalmente androcéntrica, es decir, por una forma habitual de escribir la historia centrada en las figuras masculinas: próceres y patricios, héroes y rebeldes, “padres de la patria”, entre otros estereotipos de género masculinos construidos en este campo del saber.
Es cierto que en el pasado las mujeres fueron excluidas de facto de la historia y la política, y que su acceso a diferentes esferas de la vida pública fue severamente restringido, confinándolas casi exclusivamente al ámbito íntimo y privado de la vida familiar, circunstancia de la que el androcentrismo historiográfico aludido sería sólo un reflejo; sin embargo, también es cierto que esa historiografía tradicional, preponderantemente política y militar (y por lo tanto patriarcal), ha sido simultáneamente un dispositivo de representación simbólica favorable a la reproducción de las relaciones de dominio del género masculino sobre el femenino.
En el afán de contribuir a transformar el campo del saber historiográfico y orientarlo hacia una enfoque crítico con perspectiva de género que permita abrir vetas de investigación no del todo exploradas, el presente artículo hace una revisión analítica de la historia de Raziyyat-Ud-Dunya Wa Ud-Din, mejor conocida como Razia, mujer gobernante que llegó a ocupar la máxima posición de poder en el Sultanato de Delhi en el año 1236 d.C. (siglo XIII),[3] en una época previa al advenimiento de la modernidad occidental, es decir, en un contexto histórico, político y social caracterizado por estructuras patriarcales firmemente arraigadas y “naturalizadas”. En un tiempo y un espacio históricos en los que el dominio masculino era aceptado sin cuestionamiento alguno, resulta sorprendente a la vez que intrigante encontrar una figura femenina que interrumpió el curso previsto de un linaje rígidamente patrilineal, dejando con ello una huella e impronta en la historia de las que es preciso dar cuenta.
¿Quién fue Razia? ¿Cuáles fueron los antecedentes y condiciones previas que le permitieron llegar al poder? ¿Cuál fue su trayectoria y destino una vez que asumió su rol de autoridad? ¿Qué resistencias enfrentó? ¿Qué posibilidades tuvo? ¿Qué estereotipos de género desafió en su época? ¿Qué interpretaciones historiográficas se han elaborado en torno a la figura de Razia y cómo es que su género ha influido en dichas interpretaciones? ¿Qué papel desempeña Razia en el imaginario cultural de la sociedad hindú contemporánea? Estos y otros cuestionamientos son los que guiarán la siguiente exposición.
La historia “oficial” de Razia
En el año de 1236 d.C., Razia ocupó el título de Sultana de Delhi por derecho propio, no como regente de su hijo heredero ni por enviudar del soberano en turno. Aunque existen varios ejemplos en la historia donde una mujer asume el cargo de gobernante, el caso de Razia es interesante por las interpretaciones que se han elaborado sobre su ascenso y caída, además de que da la pauta para problematizar y reflexionar en torno a cuestiones políticas, de género e historiográficas.
“[L]a literatura es el discurso teórico de los procesos históricos. Ella crea el no-lugar en donde las operaciones reales de una sociedad acceden a una formalización. Bien lejos de considerar a la literatura como la ‘expresión’ de un referente, es necesario reconocerla como análoga a lo que las matemáticas, por largo tiempo, han sido para las ciencias exactas: un discurso ‘lógico’ de la historia, la ‘ficción’ que la vuelve pensable”, afirma Michel de Certeau,[4] para enfatizar que la construcción del pasado es un ejercicio narrativo indisociable de quien lo escribe y de quien lo recibe. Así pues, ¿quién fue Razia según crónicas contemporáneas y reconstrucciones posteriores?
La única crónica contemporánea de Razia es el Tabakāt-i-Nāsirī del historiador persa Minhaj al-Siraj Juzjani,[5] quien escribió esta obra para el sultán Nasiruddin Mahmud Shah, convirtiéndose en el principal historiador de la dinastía Mamluk, a la que pertenecía Razia y su padre Iltutmish. Peter Jackson menciona que todas las fuentes secundarias se basan en la obra de Juzjani, sin que alguna aporte más datos; es decir, el Tabakāt-i-Nāsirī es la fuente principal para la construcción de la narrativa sobre la vida de Razia.[6]
Juzjani cuenta que a la muerte de Iltutmish lo sucedió en el trono su hijo Firuz Shāh, medio hermano de Razia, a quien califica en un primer momento como “soberano benéfico, de hermoso exterior, dotado de gentileza y humanidad a la perfección”.[7] Sin embargo, en cuanto se convirtió en sultán, Firuz Shāh empezó a gastar el tesoro real en banalidades y en cantidades extremas, por lo que su madre, Shāh Turkān, quien fuera cabeza de todo el harem del difunto Iltutmish, tomó las riendas del poder. Juzjani señala que ambos se granjearon enemigos debido a sus decisiones arbitrarias y duras, como la de sacarle los ojos y dar muerte a Kutb ud-Din, otro hijo de Iltutmish, para evitar que aspirara al trono.
Así, empezaron una serie de levantamientos y rebeliones en contra del gobierno de Firuz Shāh y su madre, incluida la encabezada por la propia Razia, que además era primogénita de Iltutmish y por lo tanto se adjudicaba el derecho a gobernar. Por lo mismo, Shāh Turkān había conspirado para darle muerte. Ante esta situación, Juzjani relata que la gente de la ciudad se levantó y atacó el castillo real haciendo prisionera a Shāh Turkān, mientras que los emires turcos se unieron a la rebelión de Razia jurándole lealtad y colocándola en el trono. Poco después, Firuz Shāh también fue capturado y ejecutado, concluyendo Jujzjani que, si bien era un hombre de buen corazón, no había podido dar felicidad y estabilidad al reino pues “su desgracia fue esta: que sus inclinaciones eran enteramente hacia la bufonería, la sensualidad y la diversión, y que estaba enteramente esclavizado por la disipación y el libertinaje”.[8]
De Razia, el Juzjani asevera que “…era un soberano sagaz, justo benéfico protector de los eruditos, dispensador de justicia, protector de sus súbditos y de talento guerrero, y estaba dotado de todos los admirables atributos y calificaciones necesarios para los reyes; pero, como no logró el destino de ser nacida entre los hombres, ¿de qué le servirían todas estas excelentes cualidades?”.[9]
El historiador persa afirma que el mismo Iltutmish había reconocido con anterioridad el elevado espíritu de su hija y sus cualidades como soberana por lo que, aún siendo una mujer, a su regreso de la campaña militar que encabezó contra la ciudad de Gwaliyor, el sultán guerrero redactó un decreto en el que la nombró su heredera, a lo que rápidamente se opusieron aquellos servidores del estado que estaban en su presencia diciéndole: “Dado que tiene hijos adultos que son elegibles a la soberanía, ¿qué plan y qué objetivo tiene el Sultán del Islam al convertir a una hija en soberana y heredera? Por favor, quite de nuestras mentes esta dificultad…”,[10] a lo que Iltutmish contestó que sus hijos estaban absortos en los placeres de la juventud y que ninguno de ellos poseía la capacidad de administrar los asuntos del país y que a su muerte se iba a ver cómo ella sería la más indicada para gobernar.
La historia continúa con una Razia decidida, pero que tiene que enfrentarse a varias y sucesivas oposiciones, comenzando con la de su visir Nizam ul-Muk Junaidi, quien la desconoció, y continuando con las alianzas de otros nobles quienes le hicieron frente durante una buena parte de su gobierno; sin embargo, según Juzjani, Razia logró pacificar el gobierno mediante una serie de cargos otorgados tanto a leales como a enemigos, convirtiéndolos así en aliados. Pero una situación provocó la envidia de los emires turcos, y fue el hecho de que la Sultana nombró como señor de los establos a Malik Jamal ud-Din Yakut, un abisinio que se había ganado su favor personal.
Juzjani cuenta que en el año 637 (del calendario musulmán) el gobernante de Lahore emprendió una rebelión contra Razia a la cual se unió Malik Ikhtyar ud-Din Altuniah, figura poderosa dentro del gobierno del sultanato. En un intento de sofocar la rebelión Razia dejó la capital, pero, al llegar a Tabarhindar, fue capturada y Yakut asesinado. Sin embargo, Bahram Shāh, hermano de Razia, fue nombrado Sultán, por lo que Altuniah, uno de los cabecillas de la rebelión, decidió dar un giro de 180 grados en su táctica, celebrar un contrato matrimonial con ella y marchar juntos hacia Delhi para recuperar el trono, lo que finalmente no lograrían pues fueron derrotados por las tropas de Bahram Shah, abandonados por su propio ejército y asesinados como mártires a manos de los hindúes. Hasta aquí la historia que elabora Juzjani sobre Razia.
Siglos después, a finales del siglo XVI, Muhammad Qasim Hindu shah Astarabadi (Ferishta), bajo el auspicio de Ibrahim Sha II de Bijapur, escribe una historia de la India con énfasis en las dinastías del Decán, pero que comienza con las invasiones ghaznávidas y recorre la historia del Sultanato de Delhi. Aquí, es preciso mencionar que ni la obra de Ferishta ni la de Juzjani cuentan con el aparato crítico de la historiografía moderna y tampoco tienen una lista de referencias, por lo que sus fuentes son poco claras. En el caso de Juzjani, vivir en la misma época de lo que narra hace que establezca cierta autoridad para contar lo que pasó; en el caso de Ferishta, resulta muy claro que retoma el Tabakāt-i-Nāsirī de Juzjani para elaborar su propia historia, aunque su referencia sea: “un autor relata…”, pues los acontecimientos que narra son prácticamente iguales sólo que él se permite concluir con una opinión, a mi parecer, simplista, reduccionista y estereotipada: “Quienes reflexionen sobre el destino de esta desafortunada princesa descubrirán fácilmente de dónde surgió la desagradable explosión que arruinó todas sus expectativas: ¿Qué conexión existe entre el cargo de Ameer-ool-Omra de Dehli y un esclavo abisinio? ¿O cómo conciliar la inconsistencia de la reina de un vasto territorio fijando sus afectos en un objeto tan indigno?”.[11]
Como se lee en sus crónicas, tanto Juzjani como Ferishta alaban las cualidades de Razia como sultana, pero a la vez denigran su condición de mujer e incluso lo consideran como un augurio de su fracaso; el primero de ellos pregunta de qué le sirven sus cualidades sin ser hombre, mientras que el segundo afirma que el único defecto que tenía era ser mujer, asegurando que su caída se debe al afecto que profesó a Yakut.
En un tercer relato, The Delhi Sultanate. A Political and Military History, Peter Jackson cuestiona la figura de Razia presentada por Juzjani al considerar apócrifo el decreto donde Iltutmish la nombra su heredera, pues Juzjani nunca afirma haber visto el documento y es de suponerse que no estuvo presente cuando se redactó debido a que se encontraba en la ciudad de Gwaliyor, por lo que esa historia bien pudo haber sido inventada por quienes la entronizaron. La deducción es interesante y tiene fundamento, pero no puede ser concluyente.[12]
Lo que sí puede afirmarse es que, en la historiografía posterior y más contemporánea, la figura de Razia aparece de manera muy somera; el propio Jackson no le dedica más de una página y menciona que la sucesión al trono después de Iltutmish es un momento de gran confusión. Romila Thapar escribe en un párrafo que Raziyya sucedió a su padre, teniendo un periodo de gobierno relativamente estable y que fue asesinada tres años después, pero no hace mayor problematización de ello.[13]
Sin embargo, algunas acciones de Razia destacan porque iban en contra de lo establecido para las mujeres y su comportamiento, en una sociedad y época profundamente patriarcales. En primer lugar, las fuentes mencionadas señalan que tomó las vestimentas del Sultán: la capa (qaba) y el sombrero (kulah), dejando a un lado la vestimenta femenina; además, ante la práctica de recluir y ocultar a las mujeres de los hombres que no fueran sus parientes directos (purdah), Razia levantó su velo e hizo apariciones públicas entre sus súbditos montada en elefantes; también acuñó monedas con la imagen y el nombre de su padre en un primer momento, pero después únicamente con los de ella. Frithjof Schuon considera que el principio de la purdah “es una cortina de separación tajante entre el mundo del hombre y el de la mujer; entre la comunidad en su conjunto y de la familia que es su corazón, entre la calle y el hogar, lo público y lo privado, así como bruscamente separa la sociedad y el individuo”.[14] Así que, efectivamente, Razia rompió moldes de comportamiento que les eran impuestos a las mujeres de su época. Para Jackson, sus partidarios y quienes la entronizaron pretendían que fuera sólo una figura decorativa por lo que la verdadera ofensa, más allá de cualquier otra decisión que haya tomado en su gobierno, fue la de su creciente afirmación como soberana independiente.
Hacia una nueva narrativa e interpretación de la historia de Razia
Frente a las narrativas clásicas o tradicionales de Juzjani y de Ferishta, quisiéramos proponer otra que, desde una perspectiva historiográfica crítica de género, trascienda la interpretación de su condición de mujer como causa de las malas decisiones de Razia y su posterior caída, puesto que consideramos que es posible distinguir en ella a una persona de clara formación y decisiones políticas.
En primer lugar habría que mencionar que, independientemente de si es verdad o no que Iltutmish emitió un decreto en el que la nombró su heredera, las fuentes señalan que, en pleno levantamiento en contra del gobierno de su medio hermano, Razia apeló a la multitud congregada en la Oración del Viernes y logró no sólo obtener su apoyo, sino que convirtió el acontecimiento en su misma fuerza impulsora, en un acto que no se había visto con ningún sultán, y que la hace contar con el respaldo y la legitimidad de lo que llamaremos una “fuerza popular”.
Posteriormente, hay que considerar que el gobierno de Razia estuvo lleno de amenazas internas y externas; Juzjani narra un episodio en el que la mezquita de Jama Masjid fue atacada, según él, por hindúes instigados por un tal Nūr en contra del islam.[15] Según Thapar,[16] se trató de un enfrentamiento entre sunnitas y chiítas (dos ramas de la religión islámica enfrentadas entre sí) que cobró la vida de varios antes de que las personas de la ciudad se abalanzaran contra estos últimos y, armados de cualquier cosa que encontraron, lograran sofocar la matanza; sin embargo, los chiítas estaban abiertamente enfrentados al Sultanato y eran una constante amenaza. Ante las rebeliones que sufría el gobierno de Razia, ella demostró ser una gran estratega política al dividir a los aliados, logrando que se enemistaran entre sí y deshicieran sus campamentos.
Ahora bien, consideramos que los distintos cargos que la Sultana otorgó en su gobierno, tanto a quienes la apoyaban como a los que en algún momento se habían rebelado contra ella, responden igualmente a una estrategia política, cuya intención era la de pacificar y ganar nuevas lealtades con el fin de estabilizar el gobierno del sultanato. Además, Razia continuó con la política de su padre de recibir inmigrantes a fin de hacerlos parte de una nueva nobleza no turca, política a la que podría responder la decisión de nombrar a Yakut en un cargo que antes sólo había sido ocupado por turcos. Es decir, más que decisiones guiadas por un sentir romántico, atributo típicamente asignado a las mujeres, nos parece que se trata de decisiones tomadas bajo la lógica de la lucha por el poder, como también lo fue la decisión de casarse con Altuniah, su propio captor, para tener un aliado fuerte con quien tratar de recuperar el trono de Delhi.
Considerando todo lo anterior, puede advertirse la brecha de interpretación que resulta entre la interpretación historiográfica tradicional, oficial, típicamente patriarcal y androcéntrica, y una interpretación historiográfica crítica de género, que desmonta prejuicios y estereotipos cristalizados en torno a las mujeres y su relación con el poder. Ahora bien, más allá del ámbito de la historiografía, es posible considerar otro ámbito de incidencia de la figura de Razia: nos referimos al imaginario cultural de la sociedad hindú.
El imaginario cultural de Razia
Kathryn Hansen dice que “el patrón de vida de las mujeres y su orientación hacia la realidad social están significativamente moldeados por los modelos de conducta femenina plasmada en historias, leyendas y condiciones del pasado”,[17] y reconoce dos modelos de mujeres en el imaginario cultural y social del sur de Asia. Por un lado, se encuentra la heroína épica representada por Sita como esposa sacrificada, casta y leal, cuyo ideal de comportamiento femenino permea en las altas esferas de la sociedad india; por el otro, en la mitología hindú se representa la figura de la madre todopoderosa subyugada a la deidad masculina como consorte, cuya máxima personificación sería Shakti. Según Hansen, estos paradigmas ayudan a definir identidades, inculcar valores y como fuerza prescriptiva, por lo que hombres y mujeres están influenciados por estos ejemplos de su cultura.
Hansen propone un tercer paradigma o paradigma alternativo: la virangana, es decir, aquella mujer que manifiesta cualidades heroicas, una luchadora valiente que se distingue por su destreza en la guerra (actividad normalmente reservada para los hombres), por lo que muchas veces muere en batalla o ella misma se quita la vida para evitar el fracaso. Según Hansen, Razia y aquellas mujeres que pueden ser consideras como viranganas comparten ciertas características: el tutelaje del padre, su educación en la guerra y la administración, el ascenso al poder a la muerte del padre, su reputación como gobernante sabia y justa, su liderazgo militar y la defensa del reino.
Como mencionamos al principio de este trabajo, el caso de Razia permite abrir varias líneas de análisis, pero no es el único caso de una gobernante mujer en el sur de Asia; otros ejemplos son los de Rani Durgavati, quien reinó en lo que hoy es Madhya Pradesh, y quien no cometió sati a la muerte de su esposo, el gobernante de Godwana, bien que combatió las fuerzas de Akbar, de la misma manera que Chand Bibi combatió las fuerzas mogolas en el Decán. Así pues, el paradigma de la virangana no sólo puede aplicarse al contexto de la India sino también a otras latitudes.[18]
Para concluir este apartado, es importante mencionar que el ideal de Razia ha permeado en el imaginario cultural hindú de tal forma que se han producido por lo menos cinco películas de su vida y una serie de televisión en 2015, protagonizada por Pankhuri Awasthy como Razia y Rohit Purohit como Altunia. También se le ha reconocido como líder de mujeres y hombres, como Jefe de Estado en momentos de paz y General en tiempos de guerra, incluso como símbolo de reforma política y social.
Conclusiones
La escritura de la historia es un proceso de construcción narrativa en el que el autor recrea su interpretación del pasado, como lo podemos ver en las narrativas de la historia de Razia, en donde las fuentes más cercanas a ellas, Juzjani y Ferishta, identifican su condición de mujer como un factor decisivo en su devenir; además de que en la época de ambos cronistas no existía un desarrollo de la ciencia histórica por lo que no contaban con las técnicas de escritura controlada del aparato crítico ni con las referencias que permiten un ejercicio de crítica de fuentes de mayor alcance; sin embargo, son las únicas fuentes primarias con las que contamos. Partiendo de ahí, los discursos varían de perspectiva, generalmente las narrativas históricas retoman las dos fuentes anteriores y son breves en la narración de los acontecimientos, manteniendo una visión historiográfica androcéntrica; por otro lado, existen algunos acercamientos que interpretan la historia de Razia desde una problemática específica, como el caso del paradigma de la virangana de Hansen.
En el presente artículo hemos querido proponer otro acercamiento a la historia de Razia, uno que sea crítico de la historiografía oficial y tradicional y que asuma una perspectiva de género desde la que se interprete a la protagonista de una forma más ecuánime, como una mujer que poseía una visión política estratégica, superando el enfoque de las fuentes clásicas, con un claro sesgo de género, al mismo tiempo que hemos procurado reconocer aquellas acciones de Razia que desafiaron las normas establecidas para las mujeres de su tiempo, así como los estereotipos de género.
Referencias
- Ahmad, Irfan, “Genealogy of the Islamic State: Reflections on Maududi’s Political Thought and Islamism”, The Journal of the Royal Anthropological Institute, num. 15, 2009, pp. S145-S162.
- De Certeau, Michel, “La ‘novela’ psicoanalítica. Historia y literatura”, en Historia y psicoanálisis. Entre ciencia y ficción (traducción de Alfonso Mendiola y Marcela Cinta). México, ITESO, Universidad Iberoamericana, 2007, pp. 41-61.
- Ferishta, Mahomed Kasim. History of the Rise of the Mahomedan Power in India Till the Year a.d. 1612, vol. 1, translated by John Briggs. Delhi, Ahle Sunnah Library, 1829.
- Gellner, E.. Postmodernism, Reason and Religion. London, Routledge, 1992.
- Hansen, Kathryn, “The Virangana in North Indian History: Myth and Popular Culture”, Economic and Political Weekly, vol. 23, num.18, 1988, pp. WS25-WS33.
- Jackson, Peter. The Delhi Sultanate. A Political and Military History. New York, Cambride University Press, 1999.
- Lewis, B.. “A historical view: Islam and liberal democracy”, Journal of Democracy, vol.7, 1996, pp. 52-63.
- Minhaj-ud-Din Abu-Umar-I-Usman, Tabakāt-i-Nāsirī. A General History of the Muhhamadan Dynasties of Asia Including Hindustan from 810 A.D to 1260 A.D. and the Irrumption of the Infidel Mughals Into Islam, translated by Major. H. G. Raverty. London, Aleh Sunnah Library, 1881.
- Rashid, Shaikh A., “The Mughal State”, in R.J. Moor (ed.), Tradition and politics in South Asia. New Delhi, Vikas, 1979, pp. 128-150.
- Rizvi, S. A. A., “The breakdown of traditional society”, in P. Holt & A.K. Lambton & B. Lewis (eds), The Cambridge History of Islam, vol. 2. Cambridge, University Press, 1970, pp. 67-96.
- Schuon, Frithjof. Understanding Islam. World Wisdom Books, 1998.
- Thapar, Romila. Historia de la India I. Traducido por Horacio González de la Lama. México: Fondo de Cultura Económica, 2014.
Ray, Aniruddha. The Sultanate of Delhi (1206
– 1526). Polity, economy, society and culture. New York, Routledge, 2019.
* Licenciada y maestra en historia por la UNAM, y estudiante de posgrado en el Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, A.C. Correo: cfragoso@colmex.mx
** Licenciado en historia por la UNAM, con estudios de ciencia política en El Colegio de México, A.C., asistente de la Secretaría Académica del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM. Correo: mario.naranjo@pudh.unam.mx
[1] Ciertamente hay más casos de mujeres gobernantes en la historia de Latinoamérica que vale la pena mencionar, como serían los de Michel Bachelet (presidenta de Chile de 2006 a 2010 y de 2014 a 2018), Cristina Fernández de Kirchner (presidenta de Argentina de 2007 a 2015), Dilma Rousseff (presidenta de Brasil de 2011 a 2016) y Francia Márquez (vicepresidenta de Colombia de 2022 a la actualidad), entre otros. Justamente, que otros países de la región tuvieran mujeres presidentas o vicepresidentas antes que México debe interpretarse como un signo de lo arraigado que se encontraba en la sociedad mexicana el tabú de que el poder Ejecutivo debe ser ejercido sólo por los varones.
[2] Otros hitos históricos de igual relevancia en la historia de la emancipación de la mujer en México fueron: 1) las reformas constitucionales de 1953, que reconocieron a las mujeres como ciudadanas con pleno goce de derechos civiles y políticos, incluido el de participar en las elecciones; 2) la despenalización del aborto en la Ciudad de México en 2007, mediante una legislación pionera en la materia; 3) la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de septiembre de 2023 que despenalizó la interrupción del embarazo a nivel federal, garantizando así el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y proyecto de vida. Para una exposición de los antecedentes políticos y sociales de la lucha por el derecho al voto femenino en México, consúltese A. Girón, Ma. Luisa González Marín y A. Victoria Jiménez, “Breve historia de la participación política de las mujeres en México”, en Ma. Luisa González Marín y P. Rodríguez López (coords.), Límites y desigualdades en el empoderamiento de las mujeres en el PAN, PRI y PRD. Cámara de Diputados, INMUJERES, UNAM, UAM, CONACyT, México, pp. 33-61; Sobre las luchas a favor del aborto en México, información periodística bien elaborada puede encontrarse en Paola Alín, “Mapa del aborto en México: en cuáles Estados ya es legal y accesible”, EL PAÍS, 27 de septiembre de 2024, disponible en: https://elpais.com/mexico/2024-09-28/mapa-del-aborto-en-mexico-en-cuales-estados-ya-es-legal-y-accesible.html (última consulta: 11/10/2024); en particular se puede consultar la sección titulada “Hitos de la despenalización del aborto en México”.
[3] Para conocer una historia del Sultanato de Delhi puede consultarse Aniruddha Ray, The Sultanate of Delhi (1206 – 1526). Polity, economy, society and culture. New York, Routledge, 2019.
[4] M. de Certeau, “La ‘novela’ psicoanalítica. Historia y literatura”, en Historia y psicoanálisis. Entre ciencia y ficción (traducción de Alfonso Mendiola y Marcela Cinta). México, ITESO, Universidad Iberoamericana, 2007, pp. 41-61.
[5] Minhaj-ud-Din Abu-Umar-I-Usman, Tabakāt-i-Nāsirī. A General History of the Muhhamadan Dynasties of Asia Including Hindustan from 810 A.D to 1260 A.D. and the Irrumption of the Infidel Mughals Into Islam, translated by Major. H. G. Raverty. London, Aleh Sunnah Library, 1881.
[6] P. Jackson, The Delhi Sultanate. A Political and Military History. New York, Cambride University Press, 1999, p. 44.
[7] Minhaj-ud-Din, op. cit., p. 631.
[8] Minhaj-ud-Din, op. cit., p. 633
[9] Ibidem, p. 638.
[10] Ibidem, p. 639.
[11] M. K. Ferishta, History of the Rise of the Mahomedan Power in India Till the Year a.d. 1612, vol. 1, translated by John Briggs. Delhi, Ahle Sunnah Library, 1829, p. 124.
[12] P. Jackson, op. cit., p. 47.
[13] R. Thapar, Historia de la India, vol. I, traducido por Horacio González de la Lama. México, Fondo de Cultura Económica, 2014, p. 308.
[14] F. Schuon, Understanding Islam. World Wisdom Books, 1998, p. 18.
[15] Minhaj-ud-Din, op. cit., p. 646.
[16] R. Thapar, op. cit., p. 350.
[17] K. Hansen, “The Virangana in North Indian History: Myth and Popular Culture”, Economic and Political Weekly, vol. 23, num.18, 1988, p. WS25.
[18] Un caso semejante al de Razia, que cumple con los atributos de la virangana o heroína y que ocurrió en una sociedad antigua más cercana a la nuestra, es el caso de Atotoztli II, cihuapilli (mujer noble) que aparece mencionada en varios de los códices prehispánicos y coloniales, así como en las obras de cronistas novohispanos tempranos, que se refieren al linaje gobernante del imperio de México-Tenochtitlan y que merece ser tratado en otro texto.